Llegó a la isla hace 16 años y, desde entonces, se ha convertido en un apasionado de su naturaleza | Marco Torres

Vivaz y muy divertido, Jaume Espinosa es una de esas personas que algún productor avispado de televisión contrataría enseguida como showman. Sin embargo, las inquietudes de este madrileño del barrio de Carabanchel están más encaminadas hacia la naturaleza, y más concretamente, a las setas. Por eso, un día decidió abandonar su trabajo de farmacéutico para dedicarse enteramente a ello, y a día de hoy es uno de los mayores expertos que hay en las islas, junto con sus amigos Toni Serra, Miquel Vericart, Josep Siquiert y Joan Carles Salom, a los que cariñosamente llama «mis popes».

Ahora, trabaja en el Centre d'interpretació Es Amunts como colaborador autónomo, muy cerca de su casa. «Vivo al lado, en Sant Lorenç, y por eso, cuando vi que en Eivissa no había un lugar para el estudio de las setas, decidí presentar un proyecto, y mira tú por donde me lo aceptaron», dice entre risas.

De eso hace prácticamente un año, y en este tiempo ya ha dejado su huella, tanto humana como profesional, sobre todo a través de un taller sobre micología que comenzó en octubre y que se prolongará hasta finales de febrero. De momento ha sido todo un éxito porque no han parado de acudir vecinos para conocer más este mundo y hablar con él sobre cuáles son comestibles y cuales son tóxicas, como sobre la que advierte Jaume, «la Lepiota josserandii, una seta de tamaño muy pequeño, de un color que va del perla a un rojizo y que emite un característico olor a mandarina pero que puede ser incluso mortal si consumes los mismos gramos que los kilos de peso que tengas».

Sin embargo, Jaume asegura que no hay que cogerle miedo a la recolección porque «los casos de muerte por setas son mínimos y sólo hay que ser un poco prudentes cuando salgamos a por setas de invierno como el fredolic o la llengua de bou». En este sentido, el madrileño asegura que cada vez el tiempo altera más las épocas de recogida, y desde «hace tiempo venimos constatando que se está dando un alargamiento de la temporada de invierno pudiéndose, incluso coger algunos hongos como la conocida como la colmenilla».

Además, afirma con una gran sonrisa que su trabajo le ha convertido en un «enamorado del turismo y senderismo rural de Eivissa», al que le encanta donde vive, perderse por la finca pública Can Cosme, llegar a la Torre de Balafia o hacer senderismo saliendo del Hotel Na Xamena. Por eso, cree que «las autoridades tendrían que hacer un mayor esfuerzo por desarrollar la otra visión de Eivissa, esa que destaca por los valores naturales y por ser más respetuoso con la flora, la fauna y las personas». Porque para Jaume no hay cosa mejor que «conversar con los payeses, pasar el tiempo con ellos e ir al súpermercado y contarnos nuestra vida de forma tranquila». Y es que como diría él mismo «esto sí que es vida».