Vicenta Ruiera lleva más de media vida detrás de los cestos

Detras de un pequeño mostrador entre multitud de productos hechos de paja espera pacientemente Vicenta Riera Torres, una de las personas que más sabe de estos productos en la Isla. Siempre con su radio sonando, es una persona coqueta y agradable, que aunque al principio no quiere salir en las fotos, luego en seguida posa como una auténtica modelo, sin perder en ningún momento la sonrisa y el buen humor, que la convierten en una persona «mayor pero no vieja», como a ella misma le gusta definirse .

Su vitalidad es tremenda y aunque afirma que «hace poco me caí y no ando muy bien de una pierna», se mueve con enorme agilidad entre cestos, bolsos, espardenyas o espejos. No en vano, lleva entre ellos más de media vida, ya que «nací y me casé aquí, y desde hace más de sesenta años no he parado».

No en vano, Vicenta es historia viva de Vila, ya que su tienda, Can Vinyes, lleva en el carrer de la Creu más de un siglo de pie. Y eso que afirma con una lucidez tremenda que «mi madre, que se llamaba Rita Torres Costa y que murió con 104 años, tenía al principio una tienda de comestibles de los de toda la vida». Sin embargo, la llegada del turismo allá por los años 50 hizo cambiar el negocio ya que «empezamos a vender cestos que gustaban mucho y empezó a funcionar el boca a boca». Además, a su expansión ayudó, como afirma con una sonrisa pícara, «que nosotros siempre hemos tenido unos precios muy asequibles, y hay una cosa clara, todo lo que es barato se acaba vendiendo».

Sin embargo, ahora también arrastra la crisis. Asegura que, «de todos los comercios que había antes en la calle, apenas quedamos abiertos ahora un par de ellos», y es que como afirma con un lamento, «no nos lo ponen nada fácil porque además hay que añadirle las obras que hacen que acudan menos personas... porque mira como está la calle... ¡¡tremendo!!».

Sin embargo, la gente sigue acudiendo, como demuestra que en el tiempo que dura la entrevista, Vicenta vendió dos bolsos a una familia de extranjeros con malas pulgas, y unas espardenyas a una pareja de españoles que fue buscándola explicitamente a ella y a los que como siempre hizo un precio especial. Y es que como afirma con otra de sus sonrisas «me quedo con los de aquí antes que con los de fuera».