Maria lleva nueve años en la Isla y en este tiempo se ha convertido en una mujer feliz y asegura que lo que más le gusta de los ibicencos es su amabilidad, ya que le abrieron todas las puertas cuando llegó a España sin papeles y sin hablar el idioma | DANIEL ESPINOSA

Su cara es muy conocida por los cientos de ciudadanos que pasean todos los días por el Paseo de Vara de Rey y los aledaños de la Plaza del Parque de Vila. Siempre silenciosa, amable y de buen humor, es María Boca, una rumana que lleva cuatro años limpiando las calles de la ciudad.

A sus 58 años lleva nueve en la Isla, a dónde llegó dejando atrás la situación que se vive en su país donde afirma, de manera muy crítica, que «últimamente, si no te gusta robar no puedes vivir y por eso, a pesar de haber trabajado toda la vida tuve que venirme hasta España». En este sentido, Maria se considera una privilegiada porque «estando España como está, tengo un trabajo y además, que me gusta, ya que me permite estar a la una y media en mi casa para poder hacer mis cosillas por la tarde».

No en vano asegura que su mayor afición es «quedarme en mi hogar y hacer trabajos manuales». Algo que asegura riendo una y otra vez, ya que si por algo destaca Maria es por estar siempre de buen humor. Y es que afirma, con una gran sonrisa, que «aunque todos tenemos problemas, no es bueno quejarse por todo y sí pensar en positivo, aunque a veces la vida es dura incluso conmigo, ya que tengo a mi marido con una enfermedad de corazón que le impide trabajar».

A pesar de todo, asegura que en Eivissa es feliz, sobre todo porque los ibicencos, «al igual que los rumanos, son muy amables y acogedores, como demuestra que a mí, en seguida, me abrieron las puertas a pesar de venir sin papeles y sin saber decir ni bon dia». Y es que afirma que, «aunque no lo parezca mis compatriotas y los españoles, tienen más cosas en común de lo que pueda parecer».

Sin embargo, es un poco crítica con algunos vecinos que ensucian bastante la ciudad de Vila. Asegura, con otra gran sonrisa, que «como aquí hay gente de todos los países no puedo decir sí son los ibicencos los que más ensucian, pero si es verdad que muchas veces se les echa la culpa al turismo cuando en invierno la zona está igual de sucia». Y si hay algo que lleva espacialmente mal son «los dueños de los perros que miran para otro lado cuando sus animales dejan sus excrementos y, hasta que no les llamo la atención, no lo recogen». Eso sí, lo hace sin perder nunca su sonrisa marca registrada.