María tiene siete años y desde el pasado lunes acude todas las tardes al centro parroquial de Jesús en compañía de su abuela Margalida para aprender a hacer palmas de Semana Santa. «Lo que más me gusta es hacer las trenzas. Por ahora he hecho tres», explica María, que añade que su abuela es una gran maestra en este arte. Margalida, que hace palmas desde hace 15 años, está muy contenta de que su nieta dedique algunos de sus ratos de ocio a estas labores tradicionales: «Así no se pierde esta tradición tan bonita».

En estos encuentros se dan cita algunas de las personas más expertas en esta artesanía, como José Ribas, que hace palmas desde hace 15 años; y Pedro Marí, que empezó hace 25 años. «Para hacer una buena palma y que ésta sea muy bonita primero hay que escoger una palmera que tenga muchas hojas y de ahí seleccionar las más tiernas (las mejores hojas están en la copa de la palmera). Y a partir de ahí tienes que empezar a trabajar cada palma; necesitas un mínimo de tres horas», explicó Marí, señalado por muchos de sus compañeros y vecinos de Jesús como una de las personas que más sabe sobre el tema. «Aquí hacemos dos tipos de palmas. La básica y la que es más complicada, con copas, lazos y otros ornamentos».

En cuanto a las herramientas que utilizan destaca la importancia de las tijeras y un pequeño cuchillo para dar forma a lo que se corta. «Si te equivocas puedes deshacer el error, siempre que no hayas roto la hoja», señala Marí.

Pedro y José calculan que ellos y el resto de sus compañeros de labores harán unas 360 palmas, aproximadamente, que se repartirán mañana después de la misa del Domingo de Ramos en Jesús, una de las localidades que más se vuelca con esta tradición de Semana Santa. «Yo llegué a este pueblo hace 55 años y ya se hacían palmas. La pena es que es una tradición que parece que a los jóvenes no acaba de resultarle demasiado atractiva», explica José Ribas.