La procesión discurrió por las calles del municipio entre un cielo tremendamente nublado

Ya venía la gente un poco cansada de la duración de la misa ante un cielo que amenazaba descargar en breve, cuando la tardanza en aparecer de los carros antiguos para iniciar su desfile, terminó con la paciencia de muchos de los presentes en los aledaños de la Iglesia, aunque afortunadamente se quedó en alguna protesta aislada.

Y es que la celebración ayer del Día de Sant Jordi fue un día para armarse de mucha calma. No en vano, la procesión que hizo el santo junto a las imágenes del templo por las calles colindantes a la Iglesia se hizo esperar en algo más de una hora aunque finalmente para el numeroso público asistente todo mereció la pena.

Numeroso público

Como es habitual no faltó de nada. Hubo desfile de trajes de chaqueta y corbata entre los hombres y vestidos de gala entre las mujeres, música y baile payés a cargo del Grupo Folcklòric de Sant Jordi de ses Salines, un desfile de 17 carros antiguos y de 15 caballos, y orelletes, flaó, y greixonera aportados por el ayuntamiento de la localidad y que ayudaron a pasar el hambre del mediodía.

Además, el tiempo también ayudó y en que en ningún momento descargó a llover a pesar de que el cielo estuvo tremendamente nublado durante toda la mañana. Sólamente hubo algún momento algo más complicado cuando empezaron a danzar los tradicionales bailes payeses aunque afortunadamente se quedó en un amago y la gente pudo disfrutar con la música tradicional pitiusa y los bailes de este numeroso grupo en el que llamaba la atención la corta edad de algunos de sus miembros.

Algo que hizo las delicias del público que se acercó a disfrutar con la fiesta y que no paraban de usar sus máquinas de fotos, sus teléfonos móviles y sus videocámaras para inmortalizar el momento.

Porque uno de los grandes protagonistas de esta jornada festiva fueron la gran cantidad de vecinos que llenaron las calles de la localidad durante toda la mañana. Los había de todas las edades, desde algunos que todavía no sabían ni andar y que iban perfectamente vestidos con sus trajes tradicionales payeses, hasta algunos que casi llegaban a los cien años, y que no paraban de contar las múltiples batallas que han vivido durante su vida en este municipio. Además, también había espacio para la venta de libros, como no podía ser de otra manera en Sant Jordi, y un grupo de niños de 3º de ESO del Colegio Virgen de las Nieves que vendían productos de alimentación para financiarse su viaje de fin de curso a Madrid.

Y es que nadie se quiso perder la celebración, incluyendo la clase política ibicenca que, aprovechando que estamos en campaña electoral, se dejaron ver por las calles, destacando la larga conversación que mantuvieron durante toda la procesión Encarna Castro con el ex alcalde de Sant Josep, José Serra.