Medio centenar de valientes ascendieron como es tradición a la ermita de Puig d'en Ribes en Santa Eulària
erca de un centenar de personas desafiaron ayer por la tarde al intenso calor para subir como todos los años en romería hasta la ermita de Puig d'en Ribes, construída en este paraje de Santa Eulària por Pere Joan de Pere, 'Pouet', en el lugar donde, según la leyenda, se encontró con el diablo cuando estaba talando madera.

A la ascensión se apuntaron valientes de todas las edades, desde el más mayor, Vicente de 93 años y medio, hasta la más pequeña, Adriana Navarro, de solo 18 meses, que subió sobre el regazo de su abuela María Jesús.

De todos ellos, el primero en llegar fue Daniel, el monaguillo de Santa Eulària, que a sus doce años ya es todo un experto en la ascensión pues ya la ha completado en tres ocasiones. Tras él y cada uno como pudo, fueron llegando todos, entre ellos el concejal de Juventud Salvador Losa; la concejala de Cultura Ana Costa; María Guasch y José Reig, un matrimonio de 73 y 75 años respectivamente, en el que él «en sus tiempos mozos era capaz de subir y bajar el recorrido en menos de veinte minutos»; o Emilio y Desamparada, una pareja llegada desde Valencia que es la primera vez que estaba en la Isla.

Luego una vez en la cima todos cumplieron fielmente con la tradición que dice que hay que dar siete vueltas a la ermita para tener buena suerte. Y por supuesto, también con aquella, que dice que cada uno tiene que compartir con todos el refrigerio que haya subido. Así, y antes de que empezara la misa oficiada por el párroco de Santa Eulària, Vicent Ribas, éste fue uno de los momentos que más agradecieron la mayoría de los presentesporque el que más o el que menos pudo reponer fuerzas a base de empanada de atún, rosquillas, magdalenas ibicencas, flaó y sobre todo mucha agua, porque luego esperaba el camino de regreso.