Un grupo de turistas suben a un presunto coche pirata, el jueves por la noche, en el aparcamiento del aeropuerto. | Marco Torres

Algunos taxistas la llaman 'la rumanita', aunque desconocen su nacionalidad. Falda muy corta y cabello rubio en punta es su descripción. La señalan como la encargada de organizar a todos los taxistas pirata que operan en verano, en el aeropuerto de Eivissa.

Es una mujer muy conocida entre los inspectores de tráfico, que desde 2009 acumula exactamente diez expedientes con sanción de 6.000 euros cada uno y otros nuevos que se están tramitando. Aún así, en la noche del jueves se llevó a un grupo de siete turistas del interior del aeropuerto al aparcamiento, y con cuatro o cinco de ellos abandonó en su coche la terminal ante la mirada enfurecida de los taxistas. Un viaje más de los muchos que hace a diario y que indican que esta señora, presuntamente, trabaja como una conductora ilegal.

Este es solo un ejemplo de los casos que ven los taxistas del aeropuerto a diario, cada temporada, y ante los que se sienten indefensos. Situaciones que se repiten en playas, como ses Salines y Cala Jondal, en las salidas de las discotecas y en el puerto de Vila. Son personas que transportan pasajeros en sus coches particulares y que hacen la temporada, algunos desde hace años, cobrando «diez euros por cabeza». Por eso, en el aeropuerto, los vuelos la compañía EasyJet son los más esperados, así como la frase «ten for people» es la más repetida.

Primeros problemas

Así lo explica el presidente de la Asociación de Taxistas de Sant Josep, Juan Carlos Marí Marí, que ya se ha quejado al Ayuntamiento de Sant Josep y a la dirección del aeropuerto, porque la tensión entre legales e ilegales va en aumento. Prueba de ello es que ya ha habido los primeros puñetazos entre un taxista legal y uno ilegal. «Van con bastante descaro y, como no les pasa nada, actúan a sus anchas. Queremos erradicarlos un poco de aquí porque esto da muy mala imagen y a nosotros nos perjudica bastante», explica Marí. «Ya no solamente actúan durante la tarde o a última hora de la noche, sino que, casi casi, los tenemos durante todo el día», agrega.

Según Marí, los piratas utilizan el aparcamiento del aeropuerto para dejar sus vehículos aprovechando que tienen media hora gratuita. Una situación que la dirección aeroporturaria debe tolerar «porque es un aparcamiento público». «Un vehículo que desde las ocho de la tarde hasta las dos de la noche entra diez veces es bastante sospechoso y es una prueba de que no vienen solamente a recoger amigos, sino que se dedican a hacer el taxi ilegal», insiste el taxista.

En los últimos tres años, el Consell aumentó la cantidad de inspectores, sacó más taxis a la calle, subió el precio de las multas de 1.500 euros a 6.000 y 18.000 si son casos reincidentes muy graves, y acordó con Asuntos Exteriores que los extranjeros que no hayan pagado la sanción no puedan volver a España por cinco años.

Sin embargo, los taxistas apuntan que este año hay un aluvión de taxis piratas, que ven como les quitan los clientes mientras la burocracia va muy lenta, y muy por detrás de la ilegalidad.

Marí: «La presencia de los inspectores es disuasoria»

El presidente de la asociación de taxistas de Sant Josep, Juan Carlos Marí Marí, vio positivo que esta semana se hayan sumado los dos inspectores de tráfico de refuerzo de verano a los otros dos que trabajan durante todo el año. «Pensábamos que, por presupuesto, este año no habría inspectores, es una noticia positiva porque aunque mucha gente piensa que no es efectivo; sí que lo es, porque ellos van fichando a la gente, van levantando actas y muchas veces solamente su presencia ya es disuasoria», destacó. En este sentido, los taxistas del aeropuerto piden presencia policial, aunque sea solo por la noche, porque aseguran que también disuade a los 'piratas'.

Por último, cabe recordar que el próximo 1 de julio empiezan a funcionar los taxista estacionales que sumarán otros cien vehículos a la flota existente durante todo el verano, que se dividirán en dos grupos para cubrir julio y agosto, y agosto y septiembre, coincidiendo todos en el ecuador de la temporada. Es una de las medidas de la Conselleria de Medi Ambient para combatir el transporte ilegal que, precisamente, comenzó a practicarse hace más de una década por la insuficiente cantidad de taxis en verano para atender correctamente a la demanda turística.