Foto de familia de todos los participantes esta semana en el Taller de Arqueología de Verano en la casa pagesa Can Porxet.

Un fémur por aquí, una vasija por allá, una moneda por el otro lado... y mucha, mucha diversión bajo el intenso calor. Esto es con lo que se están encontrando durante toda la semana los cerca de 25 niños que están participando en el Taller de Arqueología de Verano que organiza la Associació d'Amics del Museu Arqueològic d'Eivissa i Formentera.

Este año esta iniciativa cumple ya una década de vida y una vez más vuelve a ser todo un éxito, como afirma la arqueóloga Carmen Mesquida, que asegura «que la mayoría de los niños participantes repite de otras ediciones y quieren seguir viniendo mucho más que una sola semana».

Este es el caso de Vicent, que a sus diez años vuelve a ponerse manos a la obra por segundo año consecutivo. No en vano asegura muy serio y concentrado mientras cuela con sus compañeros Nico y Bosco la arena con un capazo, que él quiere ser paleontólogo de mayor y que lo «ser como Indiana Jones no me llama mucho la atención porque aunque me gusta su trabajo pasa mucho tiempo fuera de su casa y eso a mi me costaría muchísimo».

De momento se queda con sus labores en la excavación que están llevando a cabo todos los niños junto a Carmen, Jacobo y Charo en la casa pagesa Can Porxet.

En ella también participan, por ejemplo, las inseparables Zoe y María, de nueve y siete años respectivamente, y que en este caso sí querían ser arqueólogas cuando sean mayores. En este caso a la primera ya se la notaban maneras mientras investigaba y hablaba con soltura de fósiles y huesos, mientras que María, algo más tímida, estaba emocionada y casi sin palabras porque había encontrado «un anillo muy antiguo con una amatista y unas monedas con unas decoraciones muy extrañas».

Otro de los que andaba de aquí para allá desafiando al fuerte calor era Samuel. En este caso, este joven excavador estaba muy contento tras haber descubierto varios huesos y una especie de amuleto en el que había grabado un delfín que, como le explicaba Carmen, «era uno de símbolos de pueblos marineros, como los fenicios o los romanos, que habitaron nuestra Isla hace muchísimos años».

Y es que, precisamente, uno de los grandes objetivos del taller es hacer que los niños aprendan de forma divertida y amena algo más sobre los pobladores que estuvieron en Eivissa hace más de 2.000 años.

Un objetivo que parece cumplido cuando Elena y Andrea se acercan para explicarnos que acaban de encontrar en la arena un resto de una pequeña estatua de la diosa Tanit o un trozo pequeño de huevo o de vasija como la que usaban sus vecinos de hace muchísimos años.

En este sentido, según Carmen Mesquida, «de manera práctica hacemos especial hincapié en todo lo que rodea al contexto histórico y cultural de la Necrópolis del Puig des Molins». Así, una de las actividades más divertidas para ellos es cuando bajan hasta la cueva donde están unos sarcófagos y se encuentran con todos los restos.

En ella, protegidos por un casco blanco y armados de un pincel, le sacan el polvo a los restos hasta descubrir todo tipo de huesos, como fémures o incluso alguna calavera sin que les de ningún miedo. No en vano, según la coordinadora, «con este taller se consigue también el doble objetivo de que aprendan y de que pierdan el miedo a los muertos explicándoles que los huesos nos hablan y son una fuente de información de lo que pasaba hace muchísimos años».

Un objetivo que también se consigue gracias al trabajo que realiza Jacobo, cuando les hace dibujar a cada uno de los participantes los restos que han encontrado, y con el de David, que por segundo año consecutivo ayudará la semana que viene a Carmen y Charo a impartir este taller de arqueología en inglés.