Cuando a las doce en punto de la noche la música en El Chirincana se va apagando hasta devolver a la zona la tranquilidad que tiene durante el día, todos los presentes comienzan una peregrinación de vuelta a su hogar con la satisfacción de haber pasado una gran velada.

No en vano, como asegura Joan, uno de los asiduos al lugar, «aquí se está tan bien que siempre se quiere repetir». Una idea que también comparten Caridad, Juan o Joana, vecinos de la zona y habituales del lugar desde que fueron cautivados «hace mucho tiempo por su ambiente familiar y por la camaradería que se respira».

En directo

Uno de los atractivos de este local situado junto al Camping La Playa en Cala Martina es la música en directo. Los conciertos son miércoles y domingos, siempre de grupos afincados en Eivissa, y abarcan géneros muy diversos, como el jazz, la bossa nova brasileña o la música reggae. Algo que, junto a la parrillada de los domingos, ha convertido al lugar en un punto de encuentro de habitantes de Eivissa que buscan algo diferente.

Este es el caso de Luis y de Laia, que llevan viviendo en la Isla desde hace cinco años y que aseguran que «con nuestros amigos hemos encontrado aquí algo distinto para despedir la semana con las pilas cargadas».
Lo mismo sucede con la barcelonesa Rosa que fue camarera durante cuatro años en el bar. Afirma que «con el tiempo se ha convertido en mi segunda casa y por eso no dudo en traer a mis mejores amigos». Dos de ellos son Rosa y Jose, dos alicantinos que visitan Eivissa por primera vez y que aseguran estar tan encantados «que nos gustaría quedarnos dos años más».

Por eso no es extraño que la actividad en el lugar durante los miércoles y los domingos sea frenética y que encontrar una mesa sea una tarea seriamente complicada. No en vano, durante toda la noche, camareras como Victoria no paran de ir de aquí para allá con las bandejas llenas, mientras que el francés Yoggi hace mojitos sin descanso desde dentro de una peculiar furgoneta verde desde donde sale una enorme fila que espera. Algo que no importa a la mayoría de los que pueblan el lugar porque están convencidos de que merece la pena.