Centenares de personas se reunieron ayer en la plaza de la Catedral, luciendo sus mejores trajes, para acudir a la misa solemne y la ofrenda floral a la Virgen, con motivo de las fiestas de Santa María de las Nieves.
La ceremonia, oficiada por el obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura, empezó puntualmente a las 19,00 horas y estuvo acompañada por el Cor de la Ciutat d'Eivissa, que cantó y tocó composiciones religiosas y populares ibicencas. Más de medio centenar de autoridades acudieron también al acto y se desplazaron, después, hasta el Ayuntamiento, donde se celebró la entrega de las Medalles d'Or a la ciudad.
La esperada ofrenda floral final se efectuó al terminar la misa, sobre las 20,15 horas, al ritmo de las flautas y tambores pagesos que el Cor hacía sonar. Muchas y muy variadas fueron las flores que los asistentes entregaron a la Virgen, pero las preferidas fueron las más tradicionales, como los claveles, las rosas y las margaritas.
Los turistas que, casualmente, se encontraban paseando por Dalt Vila se paraban asombrados a contemplar la gran cantidad de gente que se disponía a entrar en la Catedral. Algunos incluso se atrevieron a preguntar de qué se trataba tal celebración y los más curiosos incluso entraron en el recinto religioso.


Carácter popular
Siguiendo la costumbre habitual, la mayoría de asistentes se acercaron a la Catedral en familia, desde los más mayores a los más pequeños, que correteaban, aburridos, por la plaza. El intenso calor y la gran multitud obligaba a los presentes a entrar y salir de la Catedral continuamente para poder tomar un poco el aire.
Y como no podía ser de otra manera, muchas ibicencas quisieron celebrar su festividad o la de algún familiar. Es el caso de María, que se acercó con una bandera, pues su marido «es obrero de la parroquia de Sant Llorenç», además de un gran ramo de flores.
Nieves sintió una gran emoción pues la misa le resultó «muy bonita» y se alegró de poderla disfrutar junto a sus nietos.
Pero no era necesario celebrar el santo ese día para subir a la Catedral. Luisa y María Victoria nunca habían estado y se decidieron a ver la ceremonia junto a sus maridos. «Es la primera vez que venimos y es muy bonito», explicaba Luisa. Eso sí, Victoria echaba en falta «aire acondicionado porque hace mucho calor».