Elegante y muy entregado a su público y a su música, así se mostró Sergio Dalma. | MARTA MARTIN

Rebosante de fuerza, energía y ganas de presentar Via Dalma, su último proyecto en el que recupera canciones tradicionales italianas para darles su toque personal. Diez años después de su primer concierto en Eivissa, Sergio Dalma no defraudó a los centenares de personas que se acercaron al parque Reina Sofía para disfrutar de sus canciones más conocidas y de las nuevas, como El jardín prohibido, Yo caminaré o Soy un italiano. A pesar de ser nuevas quedó patente durante todo el concierto que el público ya las tenía interiorizadas y se las sabía. «Tengo que decir que Via Dalma se trata de un proyecto terapéutico; es un tributo a la gente de mi generación que ha crecido con esas canciones y que gracias a la magia de la música los más jóvenes pueden aún disfrutar», explicó para, segundos después, empezar a cantar Bella sin Alma, un tema que como él mismo dijo es muy especial.

Tras algo más de una hora de concierto parecía que el final de éste se acercaba cuando cantó y bajaron en intensidad hasta apagarse las luces del escenario, pero no fue así, pues saltó y saltó mientras cantaba uno de sus hits, Gloria, sacando la parte más rockera de Dalma. Entre el público, los comentarios sobre su buena forma física, pues no paró de saltar y moverse, se sucedían al tiempo que había quienes gritaban los títulos de canciones que aúun no había cantado. Uno de los momentos más esperado se produjo cuando cantó Bailar Pegados tras la que se despidió, pero no se hizo mucho de rogar, pues regresó al escenario para continuar repasando sus éxitos, como Solo para ti o Esa chica es mía, canciones que el público no paró de corear. Seguía faltando para muchos Galilea, pero finalmente sonó para despedir el concierto con sabor a Dalma.