El veterinario Jaume Auñón atiende a una oveja en la finca de la Mola que ha sufrido recientemente el ataque de los perros. | Guillermo Romaní

El veterinario Jaume Auñón explica, mientras se pone su uniforme para atender ovejas heridas por perros en una finca de la Mola, que la experiencia de lo que está sucediendo este año en la Isla con numerosos casos de ataques de perro al ganado «es muy negativa y en lo que va de año ha sido necesario sacrificar una cincuentena de animales».
Los principales focos de ataque se están localizando en el Pilar de la Mola, Cap de Barbaria y Porto-Salè, en los que se han producido más de una veintena de que en algunos casos provocaron la muerte de ovejas jóvenes, en otros obligó a su sacrificio al haber quedado muy dañadas e inútiles para la reproducción y en algunos se han podido salvar las cabezas de ganado mediante medicación y curas.
En total más de medio centenar de cabezas de ganado «es una situación que está castigando psicológicamente a la gente que tiene un trozo de tierra, lo siembra para tener un poco de comida para tener cuatro gallinas y cuatro ovejas o cabras -dice Auñón-, y claro si un perro se les carga la mitad del rebaño, lo que acaba pasando es que los payeses se están planteando dejar de tener ovejas y cabras porque hacer un sacrificio sembrando para disponer de grano y paja, en un día la mitad del ganado desaparece».

«Todas mueren»
Y como indica el veterinario mientras atiende a una oveja herida en la finca de Vicent Torres Rotoló en la Mola, a veces un perro consigue entrar en un gallinero y no deja nada «si hay cincuenta gallinas todo queda muerto». Este año Auñón señala que muchas de las ovejas atacadas eran adultas y embarazadas que «deben ser sacrificadas porque se produce una destrucción de la zona de las glándulas mamarias o de la zona de la vulva, heridas que inutilizan a las hembras como reproductoras -subrayó-, todo queda triturado de una manera que es imposible reconstruir los tejidos con suturas, y hay hembras con un año o dos que habían tenido un único parto y ahora estaban embarazadas por segunda vez que han tenido que ser sacrificadas lo que para los payeses es un golpe muy grande».
Es muy difícil saber qué perros son los que atacan el ganado si no se observa el ataque, pero está claro y es un secreto a voces que la gran mayoría «son perros de residentes en la isla, perros de caza que no están controlados o perros que aunque sin ser de caza viven a su aire porque sus dueños los dejan campar a sus anchas, no están amarrados o en un corral vallado por lo que se escapan y entonces pasa lo que pasa», señala el veterinario mientras intenta desinfectar la herida de una oveja en la que las moscas ya había puestos huevos y comenzaba a tener larvas infecciosas.

Perros de la isla y no foráneos
En cuanto a la 'culpabilidad' de los perros que aparecen en la isla durante el verano, Auñón no descartó que puntualmente alguno pueda haber hecho un ataque, pero recordó que los ataques también se producen en invierno cuando no hay visitantes, los turistas que se traen perros los tienen como animales de compañía y van todo el día con ellos y la lógica indica que son animales sin control o poco vigilados los que causan los problemas, animales propiedad de los propios residentes. Lo más grave es que «los perros que han probado la sangre, que han atacado al ganado ya no vuelven a ser los mismos, se convierten en reincidentes y una vez han atacado hay que sacrificarlos».

60 euros por cabeza reproductora muerta
El Consell de Formentera dispone de una línea de subvenciones o ayudas por el que se pagan 60 euros por cabeza de ganado reproductora siempre y cuando se cumplan dos requisitos, en primer lugar que el ganado esté dado de alta y que se haya presentado la pertinente denuncia del ataque de los perros a la Guardia Civil o a la Policía Local. En el caso de que las cabezas de ganado hayan quedado heridas si el propietario forma parte de la Asociación de Ganaderos de la isla puede beneficiarse de un fondo de 30.000 euros que el Consell da anualmente a la asociación.