La Guardia Civil rodea uno de los autobuses de la patronal recién llegado al aeropuerto. | Marco Torres

Sin dormir, sin descansar ni comer, pero con fuerzas suficientes para seguir peleando por sus derechos. Doce horas después de haberse iniciado la huelga de transporte discreconal, los trabajadores de la patronal Ibiza Tour & Island Bus continuaban su concentración en el aeropuerto de Eivissa, donde permanecían hasta la noche de ayer.
La noche del jueves, tras agrupar a más de media plantilla en las cocheras de la patronal, los trabajadores pusieron rumbo al aeropuerto, donde permanecieron toda la noche en guardia. Declaraban que no cumplirían los servicios mínimos impuestos por el Govern y que no se moverían de allí hasta que el convenio fuese prorrogado y les aumentaran un 2,5% el IRPF. «No pedimos más que quedarnos como estábamos, no es nada del otro mundo», manifestaba ayer, desde el aeropuerto, uno de los conductores.
La situación en la sede aeroportuaria no era grave, pese a que la mañana empezó con algún que otro altercado. «Se ha roto una luna a uno de los autobuses, pero por el momento no hay detenidos», comentaban fuentes policiales.

Tensión
La situación empeoraba cuando llegaban autobuses de la patronal conducidos por compañeros de los manifestantes que habían firmado el contrato de servicios mínimos. «Fuera, peseteros, lo único que conseguís es hacerles ganar dinero a la empresa», gritaban los trabajadores asentados en la zona. Durante la mañana de ayer fueron dos los conductores que sí cumplieron los servicios mínimos y dirigieron su autobús hasta el aeropuerto para recoger a turistas. Una vez bajaban del vehículo eran recibido con gritos de «peseteros, traidores», a la vez que un cínico aplauso les acompañaba en su trayecto.
Mientras la Guardia Civil aguardaba en el lugar rodeando los autobuses para evitar cualquier peligro, algunos de los piquetes señalaban a los conductores recién llegados e instaban a los medios a «sacarles a ellos en portada, ellos son los protagonistas de esto».
El perjuicio entre los turistas no fue excesivo, ya que diversos autobuses propios de las cadenas hoteleras llegaban a recoger a sus huéspedes. Otros viajeros optaban por los taxis, ya que una vez se dirigían hacia algún autobús de Ibiza Tour & Island Bus, los manifestantes les gritaban que «la policía está aquí para hacerles el control de alcoholemia, no subáis, ¡son unos borrachos!», lo que acompañaban con enfáticos «¡más vale llegar tarde que nunca, estos conductores son un peligro!».
Vicent Serra, presidente del Consell d'Eivissa, acudió al lugar con el fin de valorar los hechos. Junto a él, Carmen Ferrer, consellera de Turisme i Promoció, Pepa Costa, consellera de Mobilitat, Interior i Medi Ambient, Mariano Juan, vicepresidente primero del Consell y Àlex Minchiotti, conseller d'Economia de Sant Josep.
Pasado el mediodía, el grupo se congregaba para pactar sus próximos movimientos. El aeropuerto vivía una situación calmada y el agotamiento hacía mella entre los trabajadores de Ibiza Tour, por lo que decidieron retirse a descansar y volver al lugar por la tarde, en momentos de más tráfico aéreo.