IJosé Manuel Bar, tras la realización de la entrevista, junto a la necrópolis del Puig des Molins. | MARTA MARTIN

El socialista José Manuel Bar Cendón ha sido durante estos últimos cuatro años el representante de las Pitiüses en el Congreso, los años de la crisis y la indignación. Entre el trabajo llevado a cabo en la legislatura por este diputado se encuentra el desarrollo y aprobación de tres nuevas leyes del Cuerpo Nacional de Policía, unas leyes que abren una nueva etapa en este organismo. En esta entrevista, Bar analiza la nueva ley marco del Cuerpo Nacional de Policía y el futuro político de país.

-¿Qué supone para el Cuerpo Nacional de Policía esta nueva ley?
-Cuando el Senado concluya el trabajo, y confío en que así será, creo que habrá sido una legislatura crucial para el CNP. Desde el año 86, es decir, desde hace veinticinco años, el Cuerpo Nacional de Policía no había vivido un proceso de transformación legislativa de tanta profundidad. Tengo la satisfacción de haber podido participar como ponente principal en la gestación de tres leyes de gran relevancia que afectan a su organización, a cómo prestan sus servicios a los ciudadanos y a sus propias vidas laborales y carrera profesionales. Significa un gran proceso de modernización que intenta compaginar sus anhelos corporativos con los derechos ciudadanos que ellos atienden.

-¿Cuáles son los cambiosmás relevantes se observan respecto a la norma anterior en lo referente al orden disciplinario?
-En el orden disciplinario hay un gran avance democratizador. Los funcionarios de policía son tan funcionarios como los demás, y para ellos esta equiparación era crucial. Pero también tienen especificidades importantes: portan armas y son los encargados de velar por los derechos y libertades ciudadanas y de hacer cumplir la ley. Por eso, cuando hablamos de su disciplina, intentamos compaginar ambas cosas: sus garantías jurídicas y la ejemplaridad de sus responsabilidades, para preservar también los derechos ciudadanos. Así, algunas novedades son el derecho a ser asistidos por un abogado en sus expedientes disciplinarios, o la protección de los funcionarios frente al acoso laboral o los abusos de autoridad o de sus riesgos laborales. También aparecen tipificadas nuevas figuras, relacionadas con el consumo de drogas, las nuevas tecnologías y el derecho a la intimidad.

-¿Y en lo referente a los derechos y deberes?
-Viene a ser el contrapunto necesario al régimen disciplinario. Aparece un nuevo y auténtico código deontológico y un listado exhaustivo de derechos y obligaciones. Entre los primeros se incluyen como novedades el respeto a la intimidad personal, a su orientación sexual y a su imagen, así como a la dignidad en el trabajo, la conciliación de la vida personal, familiar y laboral, e incluye la exigencia hacia la Administración de proporcionar defensa y protección jurídica. Y entre sus obligaciones, por ejemplo, la de ejercer su poder coercitivo con congruencia, oportunidad y proporcionalidad.

-Ambas áreas fueron aprobadas por unanimidad, no fue así en lo referente al Régimen de Personal, ya que el PP se abstuvo. ¿Qué cambios se observan en la nueva ley en cuando al Régimen de Personal?
-Todos los textos han sido largamente debatidos, dialogados y pactados entre los grupos políticos, pero también con las fuerzas sindicales. Por primera vez los sindicatos policiales comparecieron en el Congreso para opinar y proponer, y en un altísimo porcentaje sus propuestas se vieron incorporadas. Y en cuanto a las reuniones de ponencia (que son la verdadera 'cocina' de las leyes) todos los portavoces han elogiado el gran clima de cordialidad, flexibilidad y consenso mantenido. Yo creo que el PP al final se abstuvo -pero no votó en contra- en esta última ley por razones estratégicas y por discrepancias con respecto al tratamiento de la 2ª actividad. Pero el resto de los grupos votaron a favor. Hay novedades importantísimas en acceso, escalas y categorías, formación, situaciones administrativas, jubilación, segunda actividad, garantías retributivas, movilidad, carrera profesional... Es, sin duda el texto más complejo y más transformador para los funcionarios de Policía.

-¿Cómo ha vivido estos cuatro años en el Congreso?
-Si se refiere al punto de vista personal, lo he vivido como un gran reto, una gran experiencia y un trabajo de muchísima intensidad. Tengo que estar muy agradecido a la dirección del Grupo y a personas como Antonio Hernando, Jesús Caldera, Salvador de la Encina o Rafael Simancas, por toda la confianza que depositaron en mí y por las tareas y responsabilidades que me asignaron, ya que son insólitas en un diputado recién llegado, como yo. Al privilegio de ser ponente principal en las tres leyes citadas tengo que sumar otras varias importantes en Fomento y en Interior, así como en Presupuestos Generales, proposiciones no de Ley, negociaciones con sindicatos e interlocutores sociales, numerosas intervenciones en Pleno y en Comisión... Solo puedo mostrar agradecimiento. En el plano político tengo que decir que esta segunda parte de la legislatura ha sido muy dura, por la crisis económica.

-En varias ocasiones, miles de personas desplazaron las protestas del Movimiento 15-M a las puertas del Congreso. ¿Cómo valora este hecho? ¿Cree que las demandas del Movimiento 15-M deben ser escuchadas?
-La indignación ciudadana, atribuible sobre todo a la mala situación económica, es comprensible y debe ser escuchada. Yo creo que la indignación nos alcanza a todos. El ultraliberalismo que preconiza la derecha económica y política nos ha llevado a esta situación tan grave, en la que los llamados mercados tienen la sartén por el mango. La desregulación ha resultado antisocial y antipolítica. Por eso sólo las políticas de regulación y las políticas públicas de más Estado, más sociedad y más solidaridad son el camino. Pero también es cierto que, después de treinta años de democracia en este país, hacen falta ajustes. Los problemas de la democracia se curan con más democracia. Y por eso se han venido al Congreso. Hace falta una representación más cercana al ciudadano, reformas en la Ley Electoral y en la propia Constitución. ¡Hay que hacerlo! Otra cosa es la deriva que podría adoptar este movimiento. A menudo me asusta recordar que, después de toda la ilusión transformadora del mayo del 68, vinieron muchos años de gobiernos ultraconservadores en Francia, Gran Bretaña o EE.UU. y en muchos otros países. No votar, lo que muchos portavoces del 15 M dicen que es una buena opción, también es una manera de votar, y casi siempre en beneficio de lo más antagónico, como ocurrió el pasado 22 de mayo.

-¿Qué opinión le merece el papel jugado por la oposición en esta crisis?
-Yo creo que el PP nunca llegó a asumir la derrota de 2004 y por eso su obsesión siempre ha sido la de recuperar el poder lo más rápidamente posible y por cualquier vía. De ahí que el debate político siempre haya estado viciado de crispación y de falta de colaboración, del no a todo. Pero, al estallar la crisis económica, que como todo el mundo sabe que es internacional, la falta de colaboración se convirtió en deslealtad total. No les importó que la crítica exacerbada y los mensajes apocalípticos -que pueden ser rentables electoralmente- contribuyesen a generar más desconfianza en los mercados y en los inversores, perjudicando a nuestra economía. Además estaba la falta de propuestas constructivas y las incoherencias. Los diarios de sesiones del Congreso recogen cómo pedían austeridad por la mañana en el Pleno y gastos de centenares de millones en las Comisiones de esa misma tarde. O cómo pedían equilibrio fiscal y al tiempo bajadas de impuestos. Han optado por ganar las elecciones cabalgando cómodamente a lomos de la crisis. Por eso creo que toda España tiene de Rajoy esa imagen de falta de compromiso, absentismo en los momentos importantes y hasta de cierta vagancia. Justo lo contrario de lo que necesitamos en época de crisis y que puede representar Rubalcaba: compromiso, presencia cercana y trabajo duro.

-A su modo de ver, ¿qué futuro político le espera al país?
-Saldremos de esta crisis. Aún será dura y el camino, largo y difícil. Pero los ciudadanos deben saber que hay una salida social a la crisis y otra antisocial. Esto es lo que se decide en las próximas elecciones y de ello dependerá el futuro del país. De cualquier forma, de esta legislatura quedará un gran legado en avances sociales y en derechos y libertades esenciales que el tiempo pondrá en su justo valor. Ahora tocará renovarlo. Los socialistas estamos inmersos en ese proceso, con Rubalcaba como gran apuesta para que sea el próximo presidente. Confío en que lo logremos.

«El adelanto electoral dejará temas pendientes»

-¿Cuáles son algunos de los más importantes asuntos que han quedado en el tintero?
-Sin duda el estallido de la crisis ha hecho que nos volcásemos en la labor legislativa de orden económico. Concentrar al Congreso en esa tarea y las limitaciones económicas han dejado cosas en el camino. Por ejemplo, el adelanto electoral dejará pendientes temas de Justicia, como la Ley de Enjuiciamiento Criminal, la reforma del Régimen Local, la Ley de Transparencia en la Administración, u otras de orden social, como la Ley de de Igualdad de Trato, o la de Cuidados Paliativos y Muerte Digna. Sin embargo, ha sido una legislatura de las que podemos considerar muy productivas: se ha seguido avanzando en Ley de Dependencia, en la universalización de la Sanidad Pública, la Ley de la Ciencia, reformas imprescindibles para el relanzamiento económico, la economía sostenible, las Pymes, la eficiencia energética, el medio rural, la protección medioambiental o las ayudas a la familia, con el permiso parental o la educación de cero a tres años. Cuando oigo al PP hablar de legislatura perdida, me pregunto si han asistido estos años al Congreso.

-¿Se postulará de nuevo como candidato para ser diputado por Eivissa y Formentera?
-Ahora mismo ese es un asunto de carácter interno que no considero leal ni ético trasladar extemporáneamente a los medios. Deberá ser el partido quien lo decida y lo haga público en su momento.