Las vistas que se aprecian desde la plaza de la Catedral son unas de las favoritas para los turistas que visitan Dalt Vila, que también aprecian el majestuoso templo. | ROCIO MARTINEZ

Cuando se habla de la noche en Eivissa, lo primero que viene a la mente son las fiestas, discotecas y los DJs reconocidos. Sin embargo, existe otra cara nocturna de la Isla que no siempre se tiene en cuenta y que, en realidad, tiene muchos seguidores.

Dalt Vila es una de las principales atracciones de la Isla, por sus arcaicas calles estrechas y sinuosas, sus tradicionales y majestuosos edificios y sus impresionantes vistas. La pega, para muchos, es la larga caminata que se necesita para recorrer el casco antiguo entero y que tanto cuesta realizar bajo el intenso calor de verano. Por estas y muchas otras razones, visitar la ciudad amurallada de noche se presenta como un plan interesante que no está reservado exclusivamente a los turistas.

Al subir por el Portal de ses Taules uno se contagia del ritmo que recorre las primeras calles de Dalt Vila, que nace y parte de la zona del Mercat Vell, donde se nota que las tiendas cierran bien entrada la madrugada. Puestos de artesanías y joyas, vendedores ambulantes, zancudos y otros artistas, e incluso un pequeño santuario budista captan la atención de los turistas que se acercan a la ciudad amurallada y que rápidamente desenfundan sus cámaras de fotos para inmortalizar todo lo que ven.

Los restaurantes se llenan de gente que puede permitirse cenar en un ambiente bohemio a pesar del abarrotamiento de personas. Otros deciden terminar sus veladas con un paseo nocturno, contemplando las vistas que les ofrece la parte alta de la ciudad.

Sensaciones inesperadas

«¡Qué preciosa es Eivissa, me encanta!» aseguraba, asombrada, una señora que fotografiaba la ciudad desde el mirador de la plaza de la Catedral. A su lado, su marido asentía con la cabeza, mientras observaba a otros muchos turistas que experimentaban emociones parecidas a las suyas.

«El centro histórico de Eivissa se parece mucho a Cagliari (Cerdeña), de donde venimos», explica Daniela, que pasea junto a su pareja y unos amigos. «Hemos cenado en el puerto y nos apetecía terminar la noche paseando por aquí, porque nos gusta mucho ver esta parte de las ciudades cuando viajamos y nos ha impactado mucho que sea tan similar a la nuestra», añade la italiana, quien cree que la ciudad de noche es «preciosa».

Sus compatriotas Edoardo, Massimo y Brando también han decidido dar una vuelta por el casco antiguo para «compararlo con la visita que hemos hecho de día». Según los jóvenes, la ciudad amurallada es «mucho más bonita de noche», pues el ambiente es distinto, «tranquilo pero a la vez animado», algo perfecto para hacer tiempo «antes de ir a bailar».

Rebeca, Paco y Sandra, madrileños, también han quedado impresionados. La primera de ellos nunca había estado en Eivissa, pero los otros dos le habían contado que «vale mucho la pena ver Dalt Vila tanto de día como de noche» y le ha encantado la experiencia: «Es todo muy bonito y ha valido la pena subir hasta aquí arriba».

Muchos visitantes coinciden en que no esperaban encontrar algo así en la Isla, pues sabían de antemano que se toparían con paradisíacas playas pero no que también gozarían de la mejor perspectiva de una ciudad llena de luces que no renuncia a la calma sin perder movimiento.

Y hasta incluso los residentes, que a menudo se olvidan de que ésta también es una parte de la ciudad a tener muy en cuenta, se quedan boquiabiertos al asomarse a los baluartes.