Los huevos trufados con ibérico cortado a mano son uno de los platos estrella del menú de las jornadas | Marco Torres

A Óscar Molina, chef ejecutivo del Ibiza Gran Hotel, se le ilumina la cara cada vez que habla de la trufa, el hongo considerado por muchos como el diamante negro de la cocina mundial.

Tal es su pasión por este producto que este catalán se ha propuesto intentar popularizarlo a través de unas jornadas gastronómicas que se están realizando en The Jackpot Restaurant durante este mes de septiembre.

Y es que, según Molina, «la gente tiene mucho respeto a la trufa porque vale mucho dinero y se asocia con glamour, aunque viendo la cantidad que se pone en los platos uno se da cuenta que no es tan cara como se piensa».

Además para este chef también es muy importante que se puede cocinar prácticamente con cualquier plato. Tal es así, que Molina lo considera «el mejor amigo de los cocineros, porque aunque es un producto de tierra, se puede añadir tanto a una ensalada como a un pescado, una carne, unos huevos y el resultado es magnífico».

No en vano, según este cocinero, «la presencia de la trufa en cualquier plato hace que este adquiera un sabor y un aroma único que le hace sea muy cotizada en toda Europa aunque es en Italia dónde más se está apostando por ella».

Menú trufero

Ahora esta apuesta llega también a Eivissa gracias a una serie de platos que ha preparado el equipo de Óscar Molina para estas jornadas y que incluye una serie de entrantes, con platos tan variados como ensaladas mediterráneas o ravioli de espinaca y ricotta, y de principales a base de huevos trufados, picantón o lenguado.

Todos ellos son para paladares exquisitos y amantes de la buena comida, pero de entre ellos Óscar nos hace su propia recomendación: «Aunque todos son muy buenos, yo me quedaría con los entrantes de carpaccio de ternera con escamas de trufa y queso Parmesano, y con los espárragos de Navarra con fricassé de colmenillas y trufa, y con el plato principal a base de huevos trufados con jamón ibérico cortado a mano». Y todo ello regado con un buen vino de Ribera de Duero.

Todo ello para chuparse los dedos.