El incendio de Cala Llonga no solo ha producido daños materiales en numerosas viviendas. También ha tenido efectos desastrosos sobre un bosque litoral muy bien conservado y que tenía más de 60 años.

Así lo asegura el biólogo del Consell Jaume Estarellas, que indicó que en los últimos incendios de Eivissa hemos tenido «muy mala suerte», ya que han afectado a algunos de los parajes más valiosas. «Era una Àrea Natural de Especial Interés (ANEI), una de las zonas costeras de Santa Eulària más vírgenes y con bosques muy maduros», lamentó Estarellas, que indicó que por suerte el fuego no llegó a Cap des Librell, pero sí ha hecho desaparecer el sistema forestal de Puig des Moltons, con pinar maduro y coscoja. También en esta zona abundaba el hypericum balearicum, un endemismo balear. «No se ha quemado toda la área de distribución de la especie pero sí una parte significativa, aunque esto no quiere decir que peligre, ya que hay en Menorca y en Mallorca y en toda el área cercana al vertedero», aclaró.

Animales

El biólogo indicó que por suerte no resultó afectada una pareja de halcón peregrino que vive en Cap des Librell, aunque de alguna manera le habrá trastornado, porque es «un animal muy territorial y los aviones le pueden haber perturbado un poco», pese a quedarse a un kilómetro del fuego.

En el bosque también resultaron afectadas jinetas y pájaros como el papamoscas gris, el carbonero común, el pitituerto o la paloma torcaz.

Asimismo, lamentó la destrucción paisajística del área de Cala s'Olivera. «Es una cala entre montañas, con vistas muy bonitas desde el mar y desde Roca Llisa y toda esta zona ha quedado muy tocada», agregó el biólogo.

No hay conocimiento de que esta zona hubiera sido pasto de las llamas previamente, porque el bosque estaba muy bien conservado y tenía más de 60 años. Esto hace que sea más fácil que esta zona se regenere de forma natural. Según Estarellas, la parte de ANEI que se ha quemado es una que estaba declarada desde hace años y no la ampliación más reciente que se hizo hace un par de años.

Los pinares, propensos a quemarse cada 25 años

En menos de dos años los incendios de Benirràs, Morna y Roca Llisa han arrasado más de 2.000 hectáreas. Estarellas indicó que el pino es una especie pirófita, «amante del fuego», porque se regenera bien tras un incendio, a diferencia de la sabina. En este tipo de sistemas pirófitos forestales es habitual que cada 25 años se dispare la superficie quemada. «El bosque se estructura, se amplía y de repente vienen uno o dos años muy malos», explicó el biólogo, que aclaró que precisamente en el área mediterránea, muy propensa a las tormentas eléctricas con fuegos forestales, predominan los pinos porque son los que más garantías tienen de crecer tras un fuego. De todas formas, advirtió de que si se quema varias veces la misma zona, como ocurrió en Morna, «no hay especie que lo soporte».