Los 15 cementerios municipales de las Pitiüses abrieron ayer sus puertas de manera ininterrumpida para recibir a miles de personas que acudieron a velar a sus difuntos en el día de Tots Sants.

Uno de los más concurridos es el cementerio viejo de Vila, que ayer no cesó de recibir gente hasta las seis de la tarde, hora de cierre.

En la calle principal de este cementerio, en la que están situadas los panteones, a mediodía se concentraban familias que se habían encontrado con numerosos amigos o parientes. Allí aprovechaban para saludarse efusivamente y conversar sobre el día festivo en el que las condiciones climatológicas parecieron dar tregua. «Es un punto de encuentro. Vienen a visitar a sus fallecidos y se cruzan con primos, tíos o amigos que hacía tiempo que no veían», explicó uno de los trabajadores de este cementerio gestionado por el Ayuntamiento de Eivissa.

Los corrillos de gente crearon un murmullo generalizado en la calle de los panteones que contrastaba con el silencio de otras zonas más pequeñas del cementerio en el que se podían ver a personas preparando el agua y el jarrón para depositar las flores frescas a sus difuntos, mientras otros rostros algo compungidos rezaban en silencio y dedicaban unas palabras de amor a sus seres queridos desaparecidos.

Todo el año

Si bien muchos de los que se acercaron suelen hacerlo con motivo de la festividad de Tots Sants, otros tantos tienen presentes a sus fallecidos en numerosas ocasiones durante el año. Es el caso de Irma, una ibicenca vecina de Dalt Vila que visita «más o menos» dos veces a la semana a su madre y a su abuela. «Siempre vengo a verlas el 1 de noviembre, pero también el resto del año. Hay que recordar a nuestros seres queridos siempre, no sólo un día. Les he traído claveles», explicó.

Las amigas Amparo Serra e Isabel Torres, por su parte, dieron un largo paseo por el cementerio para visitar las tumbas del padre, marido y madre de Amparo y al padre y a los cinco hermanos de Isabel. «Nosotras quedamos todos los domingos para venir a verles y dar un paseo. A mi madre le gustaban mucho todas las flores, pero nunca quería que estuvieran secas, por eso venimos a cambiarlas cada domingo», comentó Amparo con una gran sonrisa para puntualizar: «Si es festivo para quedar e ir a comer también es festivo para venir a ver y recordar a quienes ya no están».

Para que el recuerdo se mantenga vivo fueron muchos los que encendieron cirios rojos que acompañaron con flores de todo tipo, desde rosas hasta geranios y algún que otro girasol.

Uno de los puntos más visitados del cementerio viejo es la capilla, donde cuatro cestas (dos con cerillas y dos con velitas) permitieron a los asistentes encender la llama del recuerdo en honor de sus difuntos. En la puerta, los sepultureros del ayuntamiento charlaban y saludaban a vecinos, amigos y personas que habían conocido en el cementerio. «Al final acabas conociendo a la gente porque hay quien viene todos los años y muchas veces», explicó uno de estos profesionales, que vigilaban además que las calles de estas instalaciones de paz y descanso eterno estuvieran limpias y sin ningún papel rodando por ellas.

En esta capilla tendrán lugar hoy a partir de las nueve y media de la mañana los oficios religiosos por el día de los Fieles Difuntos, que se extenderán hasta las cinco de la tarde (también habrá a las diez, once, doce y doce y media por la mañana). En el cementerio nuevo habrá una única misa a las cinco de la tarde.