La Colla de Santa Gertrudis cumplía ayer 28 años de vida | DANIEL ESPINOSA

Por un lado Bartolomé y Antonia Ramón, con más de ochenta otoños a sus espaldas, esperando pacientemente a que terminara la misa. Por otro María, una niña de 4 años origen ruso pero criada en Eivissa bailando invitada en la Colla de Santa Gertrudis. Un poco más allá los candidatos de los principales partidos haciendo acto de presencia pues estamos en campaña. Junto a ellos Jürgen y Kristina, un matrimonio alemán equipados con máquinas de fotos de última generación. Y a escasos metros los bares de la plaza llenos hasta la bandera bajo un olor a paella y gambas que lo inunda todo.

Este podría ser el resumen de lo que vivió ayer por la mañana durante la celebración del día grande de Santa Gertrudis. Sin embargo la jornada dio mucho más de si ya que, como suele ser tradicional, hubo misa, oficiada por el obispo de Eivissa y Formentera, Vicente Juan Segura, procesión en la que, incluso hubo algún que otro problema para encontrar voluntarios para llevar a Sant Josep y Sant Jaume, ball pagès y reparto de orelletes, vi pagès y bunyols.

Una vez más éstos dos últimos momentos fueron los más celebrados por los vecinos, sobre todo cuando los representantes de la Colla de Santa Gertrudis se esforzaron para dar lo mejor de sí en la plaza del municipio para conmemorar que, precisamente ayer, cumplían 28 años de vida siendo cerca de 40 miembros con edades comprendidas entre los 18 y los 40 años.

Además en esta ocasión y para la efeméride se contó con la presencia de varios invitados de excepción, sobre todo niños pequeños, destacando dos de nombre María, de origen ruso y dominicano respectivamente, que habían sido invitadas porque, como afirmaba orgulloso su presidente Joan Besetas «las tradiciones de Eivissa están abiertas a todo el mundo que quiera aprenderlas y las collas por supuesto también».

Algo que quedó demostrado ayer en Santa Gertrudis, que celebró una festividad sin fronteras.