Julio Cesar Herrero ofreció ayer por la mañana un taller sobre Oratoria y Retórica a los alumnos de Latín del instituto Blancadona. | Marco Torres

Julio César Pérez Herrero, doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y especialista en Comunicación y gestión política, además de decano de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Camilo José Cela, impartió ayer en el ISS Blancadona un taller sobre Oratoria y Retórica a los alumnos de Latín. En esta entrevista, Pérez Herrero ofrece su visión sobre la era digital y los cambios que se producen en los ámbitos de la política, la cultura y los medios de comunicación.

-Vivimos el momento en que la era industrial deja paso a la era digital. En este proceso, ¿qué papel juegan los medios de comunicación tradicionales?
-El debate se repite. Cuando apareció la radio, la crisis de los empresarios de prensa escrita fue terrible. Con la televisión, la crisis se trasladó a los profesionales de la radio. ¿Ha desaparecido alguno de los medios? No. Han tenido que adaptarse a una nueva situación. La prensa dejó de ser la que daba las noticias, para pasar a explicarlas. La radio se quedó con el papel de avanzarlas y la televisión con el de mostrarlas.

--¿Hacia dónde debe caminar la prensa escrita en la era de internet?
-Con internet pasará lo mismo que he comentado anteriormente. Pero para eso aún debe transcurrir mucho tiempo. No es lo mismo la versión digital de los medios tradicionales -que siguen siendo los más seguidos- que los nuevos medios solo en internet. La fiabilidad aún sigue pesando. La prensa escrita debe utilizar otro soporte -internet- con todas las posibilidades que ofrece y explotar el aspecto ‘audiovisual' que antes no tenía. No debe ver a las versiones digitales como versiones ‘menores'. Son complementarios. El consumo de prensa en internet aumenta porque es más rápido y más barato para el lector pero aún no permite el reposo que ofrece el ejemplar impreso.

--En la era digital, ¿dónde queda la propiedad intelectual?
-Es uno de los grandes debates que está provocando fuertes polémicas, al menos en nuestro país, aunque no solo. Es necesaria una legislación que vele por el derecho del creador, por la propiedad intelectual. La picaresca surge en España y hoy tiene notables herederos. Que no esté mal visto robar (creaciones artísticas o literarias) dice muy poco de este país y del respeto que nos merece la cultura. La tecnología no debe ser una excusa para violar derechos.

--A su juicio, en el siglo XXI, ¿los medios de comunicación de masas siguen siendo el cuarto poder?
-No creo que los medios sean ningún poder. En todo caso deberían ser un contrapoder, un medio de control: esa es su función. Es cierto que algunos empresarios y directores de medios de comunicación parece que disfrutan pretendiendo gobernar sin haber pasado por las urnas. Hasta el 11 de marzo de 2004, todas las encuestas daban como vencedor a Rajoy y buena parte de los medios de centro derecha le habían hecho la campaña, pero perdió las elecciones. Esos medios hicieron la vida imposible a Rajoy en el último congreso para que no fuera elegido, desacreditándole incluso, y fracasaron. Son solo algunos ejemplos del relativo ‘poder' de los medios. Es menos de lo que parece, afortunadamente.

-¿Ha llegado un momento en que comunicar bien es más importante que gobernar bien?
-No. Un político tiene muy poco recorrido cuando se sostiene exclusivamente en el marketing. Antes o después será evidente que solo había humo. Pero es cierto que las decisiones deben ser explicadas a los ciudadanos. No se puede gobernar de espaldas a los ciudadanos ni creer que los votos son una carta blanca para hacer lo que a uno le venga en gana. Una buena comunicación jamás sustituye a un buen programa. La comunicación debe estar siempre al servicio de las propuestas de gobierno. Ni Aznar ni Zapatero ni tampoco Rajoy -aunque en el debate parlamentario puede llegar a tener cierta gracia- son precisamente los mejores ejemplos de comunicadores. Los dos primeros han gobernado y el tercero está en ello.

-Mucha información genera desinformación. ¿Lo ve usted así?
-Desde luego. De hecho, la desinformación se puede producir por exceso o por defecto. El riesgo, cuando hay demasiada, está en saber discriminar la que es más solvente de la que no. El nuevo ministro de Educación debería reparar en la importancia de que los escolares puedan desarrollar habilidades de lectura, comprensión y pensamiento crítico a partir de los medios de comunicación.

-La calidad de la información... ¿A qué es directamente proporcional?
-Al grado de independencia de los periodistas respecto al medio y del medio respecto a los accionistas y anunciantes; al grado de formación de los profesionales de la información; a una valoración honesta de lo que objetivamente es noticiable y a un equilibrio adecuado en el uso de las fuentes.

-En una coyuntura como la actual, ¿qué papel juegan los medios?, ¿qué papel deberían jugar? y ¿qué responsabilidad tienen en la crisis actual?
-La crisis y el cambio de gobierno han polarizado aún más si cabe a los medios de comunicación. El panorama mediático es de trincheras. Políticamente los medios de derechas atizan a Griñán y a todos los presidentes y alcaldes que fueron desbancados en las municipales de mayo; los pocos que quedan de izquierdas se entretienen con Camps y con Matas. Algún medio intenta reubicarse en el nuevo escenario y todos, sin excepción, intentan encontrar salida a su delicada situación económica por el descenso de los ingresos publicitarios. La función que deben desempeñar sigue siendo la de control del poder, ahora más que nunca. Deben contribuir a que los ciudadanos entiendan lo que está pasando, por qué y cuáles pueden ser las soluciones. Respecto a su responsabilidad en la crisis, quizá en su momento no alertaron sobradamente de que vivíamos en una mentira aunque publicitariamente también se beneficiaron de ella, pero poco más.

-¿Qué representa Wikileaks a día de hoy?
-Ni Wikileaks es un medio de comunicación ni Julian Assange un periodista. Es una plataforma que ha publicado documentos secretos obtenidos por medios ilegales. ¿Que son relevantes? Sin duda. Ahora bien, no todo vale para la obtención de información. De lo contrario, entramos en una dinámica perniciosa para el profesional y en una selva sin principios.

-Políticos, banqueros, periodistas... ¿Uno para todos y todos para uno? ¿Quién es quién en el siglo XXI?
-Si me pregunta por la relación que existe entre ellos es, lamentablemente, de conveniencia y, con más frecuencia de lo deseable, de intereses cruzados. Ahora que las Administraciones están esquilmadas, que la imagen de los políticos, según el CIS, no pasa por su mejor momento, y que los banqueros están en el punto de mira por unos sueldos obscenos, cuando sus entidades han recibido ayudas, quizá los medios puedan distanciarse lo necesario para ejercer su labor como les corresponde.