Dicen que una imagen vale más que mil palabras y esta lo dice todo. Manuel no paró de sonreir y ya no tuvo frío en toda la noche al darse cuenta que Manuela, la voluntaria de Cruz Roja del servicio UMES, era de la provincia Cádiz como él. | Mónica González

A Manuel se le ilumina la cara cuando sabe que Manuela Lagarda, voluntaria de la Unidad Móvil de Emergencia Social (UMES) de Cruz Roja, es gaditana como él. Él, de casi sesenta años, es del Puerto de Santa María y ella, de unos treinta, de Puerto Real, y ambos unidos casi por casualidad bajo la muralla de Dalt Vila, en la Plaza del Parque. En ese momento, a este veterano de mil batallas y exnovillero en sus tiempos mozos, ya no le importa el frío que aprieta con fuerza porque una nueva alegría le ha contentado la noche.

Esto es precisamente lo que intentan Juan José y la propia Manuela, voluntarios de este servicio de Cruz Roja que recorre los lunes, miércoles y viernes distintos lugares de Vila para ayudar a los ‘sin techo’ que hay en la Isla.
Según Juan José, «solemos salir a las ocho de la tarde de nuestra base en la Avenida de Espanya y luego acudimos primero a la playa de ses Figueretes y después a esta zona de la muralla junto a la Plaza del Parque de Vila».

Paciencia y calor

Allí reparten un chocolate, un caldo, galletas, bollos, pan, mantas y, sobre todo, mucha paciencia y sentido del humor. «Es más una terapia y un rato de charla para que se sientan agusto que una cena o un reparto de alimentos al uso», asegura Juan José, mientras habla en francés con uno de los usuarios que se come con una sonrisa una ensaimada.

Sin embargo, ésto no siempre es tarea fácil. En torno a la furgoneta blanca se acumulan una decena de personas que han sido golpeados de muy distinta manera por la vida. Los hay que acaban de salir de la cárcel, a los que han robado sus pertenencias y no tienen nada y otros que se quedaron sin trabajo y duermen en alguna de las cuevas que hay en Dalt Vila.

Algunos ya son veteranos de este servicio y otros acuden el viernes por primera vez, y más sabiendo que durante el fin de semana se ha activado un servicio extra por parte del Ayuntamiento de Eivissa debido a la ola de frío y por el que, debidamente coordinados, se reparten mantas y chubasqueros y pueden pasar la noche en algún hotel de Vila.

Tal vez por eso, según Juan José, durante la noche del viernes acudieron al servicio de Unidad Móvil de Emergencia Social de Cruz Roja «unas veinte personas, muchas de ellas a la primera parada que se realiza siempre en la zona de la playa de ses Figueretes, bastantes más de las que normalmente acuden en un día normal a nosotros».

Y es que muchos de ellos valoran que son momentos en los que en torno a un chocolate caliente, un vaso de caldo o un cigarro se admiten todo tipos de opiniones. El que quiere se manifiesta, el que no, simplemente escucha resguardado tras su gorro y nadie pone malas caras ante las manifestaciones del contrario porque vienen buscando un rato de terapia de calor ante los golpes que les ha propinado la vida.

Golpeados por la vida pero con dignidad

En torno a la furgoneta de Cruz Roja al pie de la muralla se acumulan todo tipo de personas, todos ellos golpeados por la vida, pero con la dignidad intacta como refleja que la mayoría no quiere aparecer en las fotos para que no sepan que acuden a pedir chocolate.

La mayoría no han nacido en Eivissa pero les gusta mucho la Isla. Hacen lo que pueden para sobrevivir y como dice uno de ellos: «Vine por una propuesta de trabajo, pero me robaron la cartera y ahora voy todos los días hasta Ca na Negreta para coger chatarra para sobrevivir, y no caer en el alcohol ni en las drogas porque quiero salir adelante».