El duque de Palma, Iñaki Urdangarin, tuvo que volver la semana pasada a la isla balear en la que ha vivido varios de los momentos más dulces de su vida para rendir cuentas ante la Justicia. Dos días y un total de más de 21 horas de minucioso interrogatorio en las que el duque se desvinculó de la gestión de la mayoría de las sociedades que están siendo investigadas y apuntó como principal culpable del entramado a su exsocio Diego Torres.
El duque de Palma decidió recorrer andando junto a su abogado Mario Pascual Vives los escasos 30 metros hasta la entrada en el Juzgado número 3 de Palma.
A pesar de que tenía autorización explícita del juez instructor del caso para entrar al recinto en coche, Iñaki prefirió dar la cara e incluso se detuvo a hablar con la prensa que se agolpaba a las puertas del juzgado.
Con un semblante tranquilo, pero visiblemente más delgado, el marido de la Infanta Cristina señaló: «Vengo a aclarar la verdad de los hechos y a defender mi honor y mi inocencia». Además remarcó estar convencido de que su declaración servirá para «aclarar la verdad de los hechos» y que esta «contribuirá a demostrarlo».
La mayoría de los ciudadanos encuestados por este periódico, aún queriendo respetar la presunción de inocencia del duque, expresaban una seria duda ante ella por la sucesión de acontecimientos y las informaciones publicadas en los diferentes medios.