El vacío auditorio entonó como pudo la Internacional. | Marco Torres

Si la votación que encumbró a Pedro Campillo a la secretaría general de los socialistas ibicencos el sábado fue de traca lo que se vivió ayer en el II Congreso de la formación ya fue directamente surrealista. Los renovadores decidieron, tras deliberar hasta altas horas de la madrugada, que debían impugnar. Silvia Limones y Alfonso Molina subieron al estrado a explicar su decisión y, tras no poder parar el congreso, toda la delegación de Vicent Torres se marchó a desayunar por Santa Eulària. Con lo que los de Campillo se quedaron solos para aprobar la ejecutiva y para clausurar aquello en un ambiente de lo más desangelado, fúnebre y cutre.
Con caras de sueño y desconcierto, los hasta hace escasas horas críticos se vieron en la piel de ya oficialistas y organizando el final del congreso como pudieron, con cuatro gatos mal contados en el público y poco ánimo en los vítores.
Algunos de los que debieron ‘flipar' con la situación son los representantes de otros partidos que siempre acuden invitados a la clausura. El flamante secretario de Organización, Antonio Roldán, salió a recibirles para informarles de lo que había pasado y algunos, como Josep Antoni Prats, de ERC, no pudieron ocultar su cara de preocupación. Otros, como Juanjo Cardona, de Gent per Eivissa, bromeaba con uno de los militantes socialistas y preguntaba si había habido sangre.
Y es que la situación no era para menos. Este congreso ha sido de los más duros que se recuerda y se ha vuelto a dar una imagen a la sociedad de cuchillada limpia entre compañeros. Sinceramente lamentable.
Una de las papeletas más difíciles la ha tenido la Mesa y su presidente, el sindicalista Fernando Fernández, que ayer lucía un típico rostro postcongresual-agotado. Fernández pidió «disculpas» por si han «ofendido» a alguien. «A veces cometemos errores, pero no ha habido ninguna intención de perjudicar ni favorecer a nadie», dijo el sindicalista, que reconoció que había sido una labor con «mucha tensión». «No nos pueden poner en esta encrucijada», espetó en otro momento poco después de rebautizar Esquerra Republicana como Izquierda Republicana y hacerle chirriar los oídos a Prats. Concluyó entre aplausos y diciendo que «el PSOE es más grande que todo esto, ¡viva el PSOE!». Tras ello, uno de los carteles se cayó y otra de las integrantes de la Mesa, la exconcejala de Sant Josep Pilar Ferrero, bromeó diciendo: «No son las siglas, es el cartel», lo que fue acogido con risas y aplausos.
Tras ello subió al estrado Pedro Campillo, quien quiso iniciar su discurso en un catalán muy de Murcia. «No os extrañe que lo haga, también es mi lengua», dijo al tiempo que recordaba que es un «ibicenco nacido en Cartagena». Tuvo un recuerdo para las víctimas del 11-M y parafraseó en algún momento a Obama y Rubalcaba. El acto terminó con la ejecutiva subida al estrado (había casi más gente arriba que en el público) y con el canto de la Internacional, que realmente solo se sabían Campillo, Leciñena y Roldán, ya que José Luis Rodríguez intentó hacer un disimulado playback sin éxito. Mostazo le puso más empeño y se ayudó de una chuletilla. Tras ello, abrazos y besos en un ambiente de lo más pobre.
También en twitter los comentarios fueron muchos menos que el sábado, cuando algunos bromeaban diciendo que #2nCongresFse podía llegar a ser Trending Topic debido a la incertidumbre de la votación. Ayer tan solo el activísimo en todos los campos, jovencísimo y trajeadísimo Joan Carles Rodríguez informaba en la red social. También el popular Miquel Jerez se mostró impactado en twitter por haber visto cantar la Internacional «tan de cerca» y felicitó a Campillo por su resultado. Entre el público, tan solo alguien sin pinta de crítico. El histórico Toni Costa, que se dejó caer por allí pese a no ser delegado.