Sant Jordi es el mercadillo de productos de segunda mano más conocido de la Isla.

Parece que aquí en Eivissa tienen un mercadillo en cada rincón». Esta afirmación escuchada ayer por la noche de una mujer con acento andaluz mientras paseaba por el puerto de Eivissa refleja con total exactitud la proliferación de mercados que se vive en Eivissa durante el verano.

Practicamente no hay un día de la semana en el que los turistas y residentes puedan adquirir productos más o menos artesanales. Incluso, ahora que llega el verano, hay ciertos lugares que funcionan durante todas las noches, como el de la Rambla de Santa Eulària, el de la playa de Figueretes o el puerto de Eivissa. «No se si hay muchas cosas originales, pero siempre viene bien para poder comprar alguna cosa que en otros países no tenemos», explicaba Jody, una joven inglesa de vacaciones en la Isla junto a sus amigas.

Otros ya están mucho más consolidados. Es el caso de Las Dalias, conocido a nivel nacional e internacional y que se celebra los sábados y los lunes por la noche; el de Es Canar, los miércoles, o los de segunda mano de Sant Jordi o Cala Llenya, abiertos los sábados y los domingos, respectivamente.

Para Julia, una madrileña residente en Eivissa desde hace más de diez años, «los dos no pueden ser más distintos ya que Las Dalias se ha convertido en un gran supermercado de productos diversos en el que te cobran hasta por aparcar, y los de Sant Jordi y Cala Llenya, son lugares imprescindibles si buscas cosas a un precio asequible».

Mientras, si lo que se buscan son los productos artesanos y de la tierra también hay posibilidades. En este caso hay que recurrir al que instala todos los domingos la asociación Es Juvert en la Plaza del Mercat Vell de Eivissa con la asociación Es Juvert, el de los jueves por la tarde en Sant Rafel, los de los viernes en el passeig de Ses Fonts de Sant Antoni y la plaza de Sant Joan, o el de Sant Miquel que, incluso, cuenta con actuaciones de ball pagès todas las tardes.

Uno para todos y todos para uno. Una Isla con un mercadillo en cada rincón. Una realidad más de Eivissa durante el verano.