Imagen que muestra el establecimiento vacío, en plena mañana de verano. | AMANDA RAMON / CATINA ROIG

El Mercat Vell, situado a los pies del Portal de ses Taules, formó parte durante años de las atracciones turísticas de la zona. Los visitantes que paseaban por la Marina y por el casco antiguo se paraban curiosos a comprar productos ibicencos y otros recuerdos de la Isla. Sin embargo, esta temporada no está teniendo el éxito de otras épocas.

El problema no es únicamente que los turistas compren menos, sino que ya son pocos los que llegan, lamentan los comerciantes. La crisis se ha hecho notar también en el pequeño comercio de productos locales, que tampoco se venden tanto entre los isleños.

Calma excesiva

El Mercat Vell abre sus puertas cada día de la semana, excepto los domingos, y en la mayoría de casos, los comerciantes llevan varios años encargándose de sus puestos. Rosa y Marilina son dos ejemplos de vendedoras que llevan muchos años trabajando en el tradicional mercado (con sus paradas de flores y de fruta y verdura, respectivamente) y nunca antes habían visto tan bajo poder adquisitivo entre los turistas que visitan Vila y la Isla en general.

«Este verano hay muchos menos turistas que otros años y se paran mucho menos a comprar», lamenta Rosa. «Entiendo que a primera hora estén todos en la playa, pero ni siquiera más tarde tenemos gente», añade Marilina. Las dos son conscientes de las dificultades económicas y se dan cuenta de que los visitantes «se paran a mirar y a hacer fotos porque les parecen curiosos los productos ibicencos» aunque finalmente no adquieren nada.

Lo mismo opina María, dependienta de la parada de sal y otros productos de Eivissa. «No viene nadie, incluso la gente que se para a mirar se ha reducido y la sensación es que los turistas no tienen dinero para gastarse en compras».

De hecho, a las 12 horas de un día laborable, María y sus compañeros se sientan a charlar para poder pasar la jornada algo entretenidos. «Llevo cuatro años aquí y antes siempre teníamos gente y algo que hacer, pero ahora nos aburrimos mucho», explica la vendedora, que también tiene un puesto en el Mercat Nou, igualmente solitario. «Es una pena», lamenta.