Susana Mercé pinta las uñas a una de las personas a las que visita a diario.

Susana Marcé, auxiliar de geriatría, siempre lleva pegamento en el bolso. Desde hace tres años cada día visita a unos cinco ancianos y sabe que su trabajo puede comenzar con una charla en el salón para acabar la mañana arreglando el pomo de una puerta o cambiando una bombilla. Así es su día a día y así es la asistencia a domicilio, un servicio que implica muchas más tareas que aquellas que se presuponen, como ayudar a los mayores a asearse o acompañarles al médico. Entre el cuidador y el anciano se crea un vínculo estrecho y casi pasa a formar parte de la familia. Para Eulalia González Moreno, que en febrero cumplirá 90 años, la soledad es un enemigo a batir y Susana, la cuidadora, la ayuda con su charla y su dedicación. Por eso, Eulalia pide en seguida que no «se ponga enferma Susana, por favor». «Me quedo cerca de una hora, la ayudo a ducharse, le arreglo las uñas o le pongo gotas en los ojos», enumera Susana.

Construir relaciones

Con Eulalia todo ha sido muy fácil desde el principio, aunque Susana Marcé explica que hay ocasiones en que la relación «cuesta» en los primeros momentos. Por eso, una de las premisas del programa ‘Majors a ca vostra’, puesto en marcha a través de la Fundació Ignasi Wallis tras la firma de convenios con distintos ayuntamientos, es el de intentar mantener al mismo cuidador. Aun así, Eulalia ya ha abierto su puerta a distintas personas en los últimos ocho años, y es que ella fue una de las primeras en recibir el servicio en el municipio de Eivissa. «Ya solo con que les ayuden con la higiene y les hagan compañía les pueden cambiar la vida a estas personas que a lo mejor no reciben una visita hasta el final del día cuando sus hijos terminan de trabajar», explica la coordinadora del programa, Carmen Cordón. Otra de las funciones de este servicio es el de aliviar la carga de trabajo de familiares que cuidan día y noche de los mayores. «Es un respiro para ellos y además se les ofrece apoyo para que sepan cómo tratarles sin, por ejemplo, perder la paciencia», explica la concejala de Benestar Social de Santa Eulària, Ana Costa.

La soledad no pesa en las vidas de Catalina Juan Marí y Toni Ferrer Marí, un matrimonio de 92 y 94 años respectivamente. Juntos organizan su día a día en la antigua casa familiar, Can Pere d’en Blai, de la vénda de s’Aguila, en la Cala de Sant Vicent. En el municipio de Sant Joan muchos mayores viven muy alejados de la población más cercana, sin posibilidad de ir a comprar o al médico por si solos.