Pep ‘Benet’ emplea sus habilidades mientras extrae las tripas del animal sacrificado.

Llegan los últimos días del mes de diciembre y con ellos la tradicional costumbre, en muchas casas payesas, de la matanza del cerdo. Por ello, el programa de fiestas de Sant Antoni viene incluyendo desde hace unos años una demostración «al estilo tradicional» que se celebra en las dependencias de la Cooperativa Agrícola.

«La tradición de la matanza del cerdo se está perdiendo bastante en Eivissa porque cada vez menos gente se pone a ello y eso, a pesar de que el cerdo es un animal muy agradecido del que se aprovecha absolutamente todo», explicaba ayer Juan Antonio Prats, coordinador de la Cooperativa.

Tal vez por ello, ayer apenas acudieron hasta el lugar una treintena de personas. Sin embargo, todos ellos, disfrutaron enormemente, desde primera hora de la mañana, con la habilidad del matancer Pep ‘Benet’. «A las ocho de la mañana hemos ido a buscar el cerdo, que pesaba 203 kilos, a la finca de Can Toni Vedrané y tras sacrificarlo hemos comenzado con los trabajos», explicaba orgulloso el propio Benet.

Los primeros pasos consistieron en quitarle todo el pelo al animal, para lo que se empleó el tradicional soplete y agua y mucho cuidado para no quitarle nada de piel. Tras ello llegó el momento del despiece del cerdo, una tarea especialmente laboriosa y que, según Benet, «en Eivissa comienza por abrir el animal por la espalda mientras que en otros lugares de España se hace por delante».

Poco a poco, con paciencia de cirujano y ayudado de su hacha y su cuchillo, este experto matancer, que asegura que mató su primer cerdo con nueve años, fue extrayendo los distintos trozos del animal para que los miembros de la cooperativa los fueran distribuyendo por las mesas auxiliares dependiendo de si iban a ser empleadas para sobrasada o para las butifarras.

En cuestión de cuatro horas Benet y uno de sus ayudantes ya estaba cortando las últimas tiras de tocino para dar por liquidado el animal. Sobre la mesa en la que horas antes había quedado expuesto no quedaba ni un resto. «No creo que sea cuestión de arte sino de tener paciencia, saber como cortar y tener una herramienta adecuada», aseguraba orgulloso el matancer mientras se fumaba un cigarro minutos después de terminar su trabajo.

Día de Sant Antoni rural

Sin embargo, el trabajo aún no había terminado. Tras acabar con el animal, era el turno de triturar, amasar y mezclar la carne con las especias adecuadas y de preparar los intestinos que servirán para envolver a las sobrasadas y butifarras. Éstas según Juan Antonio Prats, «se podrán degustar el próximo día 20 de enero cuando se celebre Sant Antoni Rural en la sede de la Cooperativa Agrícola».

Mientras, parte de la carne obtenida ayer ya fue aprovechada para el almuerzo de todos los participantes en esta matanza, que se prepararon ellos mismos y como no podía ser de otra manera un arrós de matances y una frita de porc.