Una de las esculturas humanas que protagonizaron ayer estos alumnos mediadores. | DANIEL ESPINOSA

Una pelea entre dos compañeros de colegio, una discusión con un profesor o dos chavales que nunca llegan a entenderse. Estos son algunos de los ejemplos en los que se puede recurrir a mediación. «Si yo veo a dos compañeros pegándose hablaría con ellos, diciéndoles que las cosas no se hacen así y hablar con ellos para que no llegue el problema más lejos», aconseja Azahara Peña, del Quartó. Reconoce que ha visto peleas pero nunca ha intervenido y ha avisado al jefe de departamento de orientación para ofrecerles una mediación voluntaria a los chavales de la pelea. Eric Moreno, de primero de ESO del Xarc, admite que sí ha llegado a intervenir. «Hubo un caso de dos niños que se estaban pegando e intentamos arreglarlo con la mediación». Aquellos chavales no llegaron a ser amigos, pero, al menos, no hubo más insultos, ni conflicto. «Se puede llegar a solucionar los problemas hablando entre ellos sin que tengan que ser amigos», media Azahara. Maria Edo, de tercero de la ESO del Sa Colomina, cita el caso de un alumno de su instituto con el que se meten otros estudiantes en el patio. «Dos compañeros de clase lo han visto, están hablando con los tutores y se está tratando de arreglar». Aseguran que es en el colegio «donde empiezan los problemas, porque cuando eres un niño eres frágil y si desde el principio te tratan mal es muy difícil arreglarlo», apunta Maria.

[Lea todos los detalles de la información en la edición impresa o en Kiosko y Más]