Los agricultores Toni Ramón y Pep Ribas flanquean a Toni, propietario del bar Can Berri de San Agustí, que ha convertido en un éxito las ‘calçotades’.

Lo que empezó como una actividad escogida casi al azar para ocupar los largos y ociosos meses de invierno de Pep Ribas y Toni Ramón, ha acabado por importar la fiebre de los calçots de Cataluña a Eivissa, o al menos hasta la localidad de Sant Agustí, en Sant Josep. En unas tierras cercanas al pueblo, las que rodean a can Vedranell, la propiedad de Toni Ramón, se cultiva desde hace tres años esta variedad de cebolla tan propia de Cataluña. El alcance del proyecto podía haberse limitado a la venta a unos pocos comerciantes y algún restaurante que los incluyese entre los platos de su carta, pero el círculo se completó cuando a esta pareja de agricultores se les unió Toni, propietario del bar can Berri de Sant Agustí. «Él es quien ha dado a conocer nuestros calçots organizando cada 15 días una calçotada a la que va muchísima gente», explica Toni Vedranell. El propietario del bar lo confirma cuando llega poco después. «Para el día 23 ya he colgado el cartel de completo, para unas 140 personas». Aun así, la temporada posiblemente se alargue hasta finales de marzo, así que ya hay al menos programadas otras dos veladas gastronómicas el 9 y el 23 de marzo.

Gracias a Can Berri y, por supuesto, al trabajo de Pep y Toni, el consumo de estas cebolletas «más blancas, largas y dulces que las convencionales», se ha incrementado en la isla. Los auténticos calçots de estos agricultores también se pueden encontrar en algún puesto del mercado de Vila y en la parada que Toni Vedranell tiene en el mercado payés de Sant Antoni. «Ya había algún agricultor que los cultivaba en la isla, pero pequeñas producciones», comentan.