Neus y Conchita dan los últimos retoques al manto de la Virgen, ayer en la Catedral. | (c) Sergio G. Canizares

Loli viste a la Virgen de los Dolores casi desde que tiene uso de razón. Su abuela y su madre ya lo hacían y por ello, cuando se aproxima la Semana Santa sabe que tiene una cita ineludible en la Catedral de Eivissa junto a Conchita, Neus o Consuelo.

Todas son camareras de la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores y por eso en ellas recae la responsabilidad de que La Dolorosa sea «la virgen más guapa del mundo» para las procesiones del Viernes de Dolores, este año el día 11, y para la del Santo Entierro, justo una semana después.

Sin embargo, esto no es una tarea fácil. Cada una de las prendas de esta imagen, construida en 1944, tiene que ir colocada según marca la tradición y, además, todas tienen su particular historia. «Posiblemente lo más valioso sea su manto negro bordado en oro hace más de sesenta años por monjas de Eivissa y de Mallorca y que, según cuenta la tradición, fue un regalo que hicieron a la cofradía varias mujeres ibicencas», explica Conchita mientras a su lado Neus da los últimos retoques a dos «agujeritos» que han descubierto y que «serán reparados convenientemente cuando termine la Semana Santa».

«En recuerdo de Angelines»

Además, La Dolorosa, «que suele ir muy sobria y de negro», tiene, entre otras cosas, dos trajes de terciopelo que se van cambiando cada año, enaguas regaladas por las familias de la Isla a modo de agradecimiento o promesa, un pañuelo blanco en una de sus manos y un rosario de espinas en la otra, su corona y una mantilla blanca.

Precisamente, esta última pieza es una de las que más emoción despierta entre las camareras. «Fue un regalo que le hizo una compañera nuestra muy querida, Angelines, que desgraciadamente nos dejó siendo muy joven y por eso, siempre que se lo colocamos a la imagen se nos pone la piel de gallina», comenta Conchita casi con lágrimas en los ojos.