Marga Serra, Jorge Sáez y Joan Carles Palerm, ayer, en rueda de prensa. | (c) Sergio G. Canizares

El grupo ecologista GEN presentó ayer un estudio que está realizando para determinar cuáles son las consecuencias que sufren los ecosistemas en las zonas con una mayor presión turística dentro de la campaña La mar, una responsabilitat compartida. Por el momento han visitado zonas como Talamanca y Porroig y los primeros resultados (el estudio completo se presentará en otoño) revelan que «las muestras que hemos sacado hasta el momento es que hay muchísimos fondeos ilegales mal colocados y se ve que en el entorno de las zonas donde están colocados los ‘muertos’(bloques de hormigón que se lanzan al mar para fondear) están muy degradadas como era previsible», afirmó Marga Serra, bióloga marina, quien recordó la abundancia de fondeos sobre posidonia, una especie que además de estar protegida en los espacios marinos que ya lo están cuenta con la protección de la Ley de Costas y de Uso Sostenible del litoral. Serra quiso destacar que existe la falsa creencia de que los ‘muertos’ son «alegales cuando realmente son ilegales porque no puedes tirar residuos al mar y encima creer que esa parcela te pertenece».
En este sentido están estudiando la capacidad de playas con mayor presencia de fondeos, como Talamanca, cala Llonga o pou des Lleó para determinar «cuál es la capacidad que tienen para el turismo náutico», precisó Jorge Sáez, licenciado en Ciencias del Mar y asesor del GEN en el medio marino.
A ello se suma la capacidad de albergue de los residuos, un tema muy preocupante según explicó el presidente del GEN, Joan Carles Palerm, pues de los miles de barcos que navegan y fondean en aguas pitiusas «sólo un centenar usan al menos una vez al año el servicio de los puertos deportivos para vaciar las aguas grises, lo cual significa que hay miles de sentinas que se están lanzando al mar».