Cuando vemos los carteles anunciadores de los eventos musicales de los clubes de Ibiza es inevitable preguntarse si la publicidad es o puede ser un tipo de arte ya que salta a la vista la calidad plástica y visual que encontramos en los mismos. Entonces, ¿Son estos carteles obras de arte? ¿Podríamos considerar el diseño gráfico una disciplina artística como la pintura o la escultura? Estas interrogantes nos llevan a pensar en el debate surgido a principios de siglo sobre qué era arte y artesanía y que tenía como objetivo definir o redefinir lo que pertenecía a una categoría o a otra. Este debate duró gran parte del siglo XX pero a pesar de su complejidad, hoy día podemos decir que está ya superado.

Cuando a partir de 1913, Marcel Duchamp puso de manifiesto y declaró con sus obras que el arte no es el objeto sino el concepto, cuestionó lo que hasta entonces había sido considerado arte. Hasta entonces, una serie de disciplinas como el dibujo, la pintura o la escultura, junto con ciertos materiales como el óleo, la piedra o la madera, eran requisitos físicos a la hora de elaborar "algo" que pudiera convertirse en lo que llamamos arte. La calidad en su ejecución, la maestría técnica y la originalidad eran factores que consagraban un objeto y lo alzaban a tan ansiada categoría. Pero a principios de siglo, con la introducción de la fotografía, de nuevos materiales o de obras de artistas como Duchamp o Picabia se revolucionó y se puso patas arriba esta idea y los razonamientos por los que se clasificaba algo como arte o como artesanía.

Cuando en 1917, Duchamp cogió su famoso urinario, lo tituló "La Fuente" y lo firmó, manifestó que es la idea sobre la materialidad lo que constituye un objeto como arte, ya que este objeto está hecho en serie, comprado en una tienda y exactamente igual a cualquier otro que se pudiera encontrar en un baño público. El artista no lo manipuló en absoluto. En su lugar, nos dice que el valor artístico no reside en el objeto, sino en diversos factores tales como quién lo presenta (es decir, la trayectoria y credibilidad del artista), dónde se presenta (lugares y ámbitos relacionados con el mundo del arte) y quiénes lo ratifican como objeto de arte (artistas, galeristas, instituciones de arte o comisarios de arte).

Si a finales del siglo XX esta espinosa cuestión fue por fin superada, cuando nos preguntamos hoy día si la publicidad, la fotografía o el diseño son arte, sabemos que no depende del objeto en sí, sino del contexto en que aparecen insertados estos objetos. Cuando miramos los carteles de las discotecas y los locales musicales de Ibiza, no puede por menos que dejar de sorprendernos su riqueza plástica, su originalidad, su combinación de formas y colores, su composición y cómo todo ello expresa y comunica clara y directamente la idea, las sensaciones y el espíritu del evento que anuncia, así como de la época a la que pertenece. Si lo analizamos como imágenes artísticas, sobresalen por su calidad, tal y como ocurrió con los carteles de la Bauhaus en los años 20 del siglo pasado, o con los diseños gráficos de los artistas de la Revolución Rusa. Carteles de Herbert Bayer o Joost Schmidt en la Bauhaus, o de El Lissitzky y Alexander Rodchenko, del grupo de los constructivistas rusos, son hoy día considerados piezas de arte.

Ibiza Design Awards no trata de clasificar estos carteles como arte o no, ya que el valor artístico no depende del objeto en sí, sino de premiar y reconocer su indudable calidad plástica, compositiva, conceptual, expresiva y comunicativa, atributos que sin duda tiene una obra de arte. Si a todo ello añadimos que son la cara y la imagen de eventos mundialmente conocidos y seguidos, y cuya función es no sólo la de promocionarlos, sino de asegurar que esto siga siendo así, entonces no estamos hablando solamente de su importancia artística, sino también económica. Así, adquieren una relevancia aún mayor y se sitúan en una dimensión diferente, de la misma forma que los carteles de El Lissitzky y Alexander Rodchenko lo hacían al difundir las ventajas de la nueva sociedad ruso-bolchevique.

* Iratxe Larrea (1972), co-fundadora y miembro del jurado de Ibiza Design Awards, es también doctora en Arte Contemporáneo por la Universidad del País Vasco. Durante más de 15 años de carrera como escultora ha expuesto en Nueva York, Miami, Buenos Aires, Colonia y un sinfín de ciudades con una obra muy personal en la que emplea delicados materiales textiles. Vinculada a Ibiza desde hace una década, ha realizado varias exposiciones en las Islas Baleares.