El Cine Regio de Sant Antoni sigue manteniéndose fiel a su aspecto de cine señorial y elegante, firme guardián de la magia que encierra el séptimo arte tras un gran telón rojo (el único de Eivissa), unas cómodas butacas y un sonido envolvente que desde el primer minuto. | (c) Sergio G. Canizares

Definitivamente no corren buenos tiempos para los aficionados al cine en Eivissa. Si hace apenas unos días se conocía la noticia de que el Cine Serra de Vila cerraría el próximo dos de noviembre, ahora es el Cine Regio, en Sant Antoni, el que avisó a PERIODICO de IBIZA Y FORMENTERA que su situación es desesperada y que se encuentra «muy cerca del cierre».

Según explicaron sus dos propietarios, Sergio y Roberto Torres, herederos del precursor hace casi un siglo del cine en Sant Antoni, Vicente Torres Ferrer, necesitan antes de que acabe el mes 60.000 euros para comprar una máquina que les permita dar el paso definitivo del analógico al digital. «Estamos con el agua al cuello, nuestra sala hace años que es totalmente deficitaria, pero ahora con la desaparición del celuloide y la necesaria adecuación a las nuevas exigencias tecnológicas no creo que podamos aguantar más», explicaron.

Esto ha sido, según los hermanos Torres la estocada casi definitiva para una familia que lleva casi un siglo respirando cine. Y es que su drama particular comenzó con la llegada de Internet y se extendió definitivamente con la piratería descontrolada de películas. «No podemos competir contra alguien que impunemente ofrece gratis un film que se acaba de estrenar sin importarle el daño que está provocando a miles de familias, así que como no se ponga coto a este problema acabaremos desapareciendo todas las salas de cine de España», explican, mientras aseguran, con indignación en la mirada, que «España es el segundo país del mundo donde se piratean más películas».

Deficitario

Esta piratería, sumado a los altos impuestos que tienen que pagar, ha ido provocando que poco a poco el Cine Regio fuera generando pérdidas, que no hubiera dinero para pagar las películas de estreno y que, como consecuencia, cada vez menos espectadores acudieran a la sala. «Al final es una pescadilla que se muerde la cola, nosotros no tenemos dinero para que nos den copias de estreno, los espectadores no vienen porque quieren ver lo último de la cartelera y finalmente nosotros no podemos seguir pagando los gastos fijos tan altos que genera una sala tan grande como esta», explica Roberto, que al igual que su hermano se encarga de proyectar la película, vender la entrada, servir las palomitas y en ocasiones «acomodar a los más pequeños de la familia».

Subvenciones

Por ello, la esperanza del Cine Regio pasa por conseguir esos 60.000 euros y luego intentar readaptarse «una vez más». Desgraciadamente y aunque la familia Torres ha llamado a todo tipo de puertas hasta el momento no ha tenido éxito. «Tras intentar pedir subvenciones al Ayuntamiento de Sant Antoni y al Consell d’Eivissa sin éxito ahora nuestras esperanzas se centran en que alguna institución se acuerde de nosotros y podamos acceder a cualquier tipo de ayuda, sea la que sea».
De momento, éstas no llegan y negros nubarrones se ciernen sobre el futuro del Regio y del cine de la isla. «Nunca nos habíamos planteado que nuestra vida pudiera estar alejada de esta sala, porque casi nacimos aquí y el cine además de una profesión es casi una droga para nosotros, pero desgraciadamente, cada vez vemos más cerca el final».

Mientras todo se resuelve, los hermanos Torres, como ha hecho su familia desde hace casi un siglo, seguirán abriendo y cerrando un mundo de sueños e ilusiones a través del único telón de cine que queda en la isla. Un telón rojo, que ojala, nunca se pliegue definitvamente.