David recoge una de las muchas botellas de agua de plástico tiradas junto al bosquecillo de la playa de ses Salines. | (c) Sergio G. Canizares

Miles y miles de colillas, cientos de botellas de plástico y latas de refresco, bolsas de todo tipo y tamaño, excrementos, cajetillas de tabaco y los plásticos que las recubren, compresas, y prácticamente todo aquello que se puedan imaginar es lo que recogieron ayer los cerca de 25 voluntarios que participaron en la jornada de limpieza del Parque Natural de ses Salines, la zona de la playa de Migjorn-ses Salines, es Cavallet y su entorno, que todos los años organiza la asociación de empresarios concesionarios y propietarios de esta misma zona.
Una cantidad de basura que habla del escaso civismo de la población en el espacio de tiempo que va desde mayo a finales de octubre. Y todo a escasos metros de carteles que piden «Por favor no tires las colillas en la playa, la naturaleza es nuestra casa» o «Ayúdanos a proteger el litoral, conócelo y respétalo», y bajo la indiferencia de los turistas y bañistas que aprovechaban las altas temperaturas de este sorprendente mes de octubre para bañarse o jugar al balón mientras miraban con cara de no entender que estaba pasando a su alrededor.
«Ya estamos acostumbrados a ver como muchos turistas no respetan en absoluto este lugar ni otros muchos de la isla, tirando sus colillas en la arena de la playa y en el agua del mar con indiferencia y sin importarles lo más mínimo los que venimos detrás o los que nos quedamos todo el año en Eivissa», confirmaban con gesto hastiado Carlos y David, dos de los participantes en la jornada de limpieza.
No en vano, ellos cuando terminan su jornada laboral también limpian la zona en la que trabajan. «Cuando terminamos nuestras horas intentamos recoger las colillas de la playa pero al final te queda claro que no podemos hacer nada ante la poca conciencia de la gente que viene aquí y que no repara en que el medio ambiente es de todos nosotros y que nuestro litoral está para cuidarlo y no para ensuciarlo», confirmaron.
Por ello, desde las nueve de la mañana y hasta las dos de la tarde los participantes se fueron repartiendo en pequeños grupos para peinar todos los rincones, incluyendo los bosquecillos, con el fin de recoger la mayor cantidad posible de basura. Así, cargados con grandes bolsas, guantes blancos de protección y enormes dosis de paciencia y buen humor pusieron su granito de arena para mantener limpia la zona. «No es más ni menos que ser un poco consecuentes con lo que queremos y eso pasa por intentar mantener lo mejor posible esta isla maravillosa que es Eivissa y que nos ha dado tanto a todos nosotros», aseguraron los mismos Carlos y David.
Ocho bolsas llenas
Finalmente, en torno a las dos de la tarde y antes de degustar una torrada como premio al esfuerzo, los participantes se juntaron en el aparcamiento de la playa de ses Salines para hacer balance de lo recogido. En esta ocasión, aunque no hubo sorpresas como la motocicleta abandonada que se encontró el año pasado si se llenaron hasta ocho bolsas repletas hasta arriba. «Es una jornada cansada y de mucho esfuerzo porque tienes que estar agachándote y cargando con la bolsa todo el rato pero una vez más, creo que el resultado ha merecido la pena porque aunque sea durante unas horas el Parque Natural de ses Salines y las playas estarán un poco más limpias», concluyó David.