Marcha para recibir el nuevo año | Marilina Costa

Las distintas propuestas para celebrar la Nochevieja en grandes espacios públicos habilitados para la ocasión ganan adeptos año tras año. Más allá de las fiestas domésticas y de la oferta de hoteles y restaurantes para una noche tan especial, cientos de residentes y visitantes optaron por festejar la primera noche del año en alguna de las carpas que se instalaron en distintos puntos de Eivissa y Formentera.

En Vila eran tres los puntos que proponía el Ayuntamiento, en colaboración con algunas entidades. A la tradicional carpa ubicada en Vara de Rey, se le sumaron este año sendos entoldados en el Mercat Vell y en la calle de la Virgen, en una especie de recorrido que invitaba a disfrutar de la parte más antigua de la ciudad.

Así lo hicieron Eddy y Dina, un matrimonio holandés que vive desde hace dos años en la isla y que se disponía a vivir una noche así al aire libre por primera vez: «En nuestro país hace demasiado frío para estar en la calle, pero aquí todo es perfecto», señalaban.

También suponía todo un descubrimiento para Manolo y Cristina, un matrimonio ibicenco que hacía años que no cumplía con el ritual de las uvas fuera de casa. «Es la primera vez que nuestra hija sale por su cuenta en Nochevieja, así que nos hemos decidido a venir a Vara de Rey y nos está encantando», afirmaban mientras la orquesta Migjorn caldeaba el ambiente con una larga lista de éxitos.

Enfrente del escenario, la alcaldesa Virginia Marí demostraba sus dotes de baile. «En casa éramos 17, pero después de las campanadas había que mover un poco el esqueleto», apuntó la primera edil, que a lo largo de la noche acabaría visitando las tres carpas del municipio.

Si en Vara de Rey triunfaba la música en directo, en el Mercat Vell lo hicieron los disc-jockeys, que pincharon los ritmos más festivos para dar la bienvenida al Año Nuevo en una inmejorable estampa ante el Portal de ses Taules.

Como hacían Joan e Isabel, una elegante pareja que bailaba algo alejada de la carpa sobre el empedrado que sube a Dalt Vila, por romanticismo y por poderse tomar una copa, ya que en la barra de este punto no se servían alcohol.