Arturo Bandrés ayer en La Cicloteca. | Daniel Espinosa

El pasado 15 de junio de 2014 Arturo Bandrés, un joven de Zaragoza de 28 años que lleva un lustro viviendo en nuestra isla, decidió poner en marcha un punto de encuentro para todos los aficionados a la bicicleta. Sin embargo tenía claro que debería ser algo único y con la ayuda de su padre y su hermano y sin apenas publicidad - sus primeros flyers de publicidad llegaron hace un mes - ha creado un lugar en la calle Madrid de Vila que se ha convertido en todo un referente en apenas un año de vida.

Se trata de un pequeño local en el número 37 de la calle Madrid de Vila donde se ofrece taller, autoservicio y automantenimiento, alquiler y venta de bicicletas de segunda mano, piezas y abalorios, servicio de parking si no hay sitio para dejar la bicicleta en casa o punto de reunión para planificar rutas tomando un café de cortesía, consultando libros de cabecera o el ordenador que está permanentemente abierto.

Todo tipo de bicicletas

En este sentido, entre los muchos alicientes que ofrece La Cicloteca está la posibilidad de contemplar piezas que son casi de museo. El aficionado a la bicicleta, tanto amateur como profesional, puede disfrutar con ejemplares clásicos que hacen las delicias de los más melancólicos y de los que buscan una bicicleta para hacer grandes rutas. Todas ellas están completamente reparadas, puestas a punto, y si eres afortunado puedes comprarlas. «Empecé con apenas diez bicicletas, cambiando los frenos de unas bicicletas que me trajeron casi en chatarra unos ingleses, y ahora ya tengo unas 70, aunque en este mes de julio me están volando la mayoría», confiesa con una gran sonrisa el ideólogo de La Cicloteca, Arturo Bandrés.

Así por ejemplo se puede disfrutar con joyas holandesas de paseo, cruiser surferas, ejemplares de los años 20 y 30, algunas de carretera que harían las delicias de los Hinault, Fignon o Pedro Delgado, GAC como las que montaban los niños de media España hace varias décadas e, incluso, la bicicleta del carnicero de Cala Llonga en los años 30 que ha sido completamente restaurada. Y todas han recuperado la sonrisa gracias a este joven zaragozano.