La placa de la Catedral de Eivissa que recuerda a los asesinados del llamado bando nacional ha vuelto a levantar polémica esta semana, cuando la vicepresidenta del Consell d’Eivissa, la ‘podemita’ Viviana de Sans, consideró «entrañable» que la lista estuviera encabezada por el banquero Abel Matutes Torres. Pero, ¿qué historia hay detrás de estos nombres?
Uno de los episodios más sobrecogedores de la Guerra Civil en las Pitiüses se produjo el 13 de septiembre de 1936, una jornada trágica en la ciudad de Eivissa. Semanas antes, el 8 de agosto, una expedición formada por milicianos y militares que salieron tres días antes de Barcelona y estaba comandada por el capitán Alberto Bayo, desembarcó en es Pou des Lleó y Santa Eulària para recuperar el control después del golpe de Estado. Desde Valencia también se unieron a la conocida como Columna Bayo guardia civiles liderados por Manuel Uribarry. Un día antes, los republicanos llegaron a Formentera, donde no encontraron ningún tipo de oposición pero tampoco les impidió acabar con las vidas del falangista Bartomeu Torres, el sargento retirado Lucas Ramón y el sacerdote de la Mola Joan Torres Torres.

Según la Enciclopèdia d’Eivissa i Formentera, la represión durante la etapa republicana estuvo motivada por el descontrol de los milicianos y la desorganización de las agrupaciones políticas y sindicales. Enseguida empezaron las detenciones de aquellas personas que se creía habían colaborado con el golpe, entre ellos Abel Matutes Torres, que fue apresado el 10 de agosto.

Tras el fracaso de los republicanos en su intento por ‘recuperar’ la isla de Mallorca, el poder en las Pitiüses recayó en manos de la columna anarquista Cultura y Acción, compuesta por unos 500 milicianos que llegaron procedentes de Barcelona el 9 y 10 de septiembre.

13 de septiembre de 1936

En la mañana del 13 de septiembre, tres aviones del ejército italiano bombardearon el puerto y Dalt Vila causando una cuarentena de muertes. Por la noche, 94 hombres que permanecían en el castillo de Dalt Vila perdieron la vida a manos de los republicanos ya en retirada. Los conocidos como ‘fets del Castell’ sobrecogieron a una población que no vivió ajena a la barbarie de la Guerra Civil.

Desde octubre de 1940, la mayoría de los cuerpos de los 113 asesinados durante los 45 días que las tropas republicanas del general Bayo estuvieron en las Pitiüses, descansan y son recordados en la Catedral de Eivissa por medio de una placa con sus nombres. Allí fueron trasladados desde la fosa del Cementeri Vell de Vila donde fueron enterrados cuatro años antes. «Entre los hombres enterrados hay 21 sacerdotes, hermanos o padres de sacerdotes, gente de toda clase social, miembros de Acción Católica y personas de derechas, que no es ningún pecado», afirma el canónigo de la Catedral Francesc Xavier Torres Peters.

En cuanto a la polémica por el orden de los nombres de la lápida, el religioso sostiene que en la época «se estilaba ordenarlos alfabéticamente por el nombre, como así están muchos libros parroquiales», así como que a las víctimas republicanas «no les hubiera gustado» figurar en esta lista ni ser enterrados en la Catedral.

A los pies de la imagen del Cristo Yacente también hoy se encuentra una placa que aboga por «buscar siempre la paz y a rezar por todas las víctimas de la guerra». Una lápida que fue instalada en tiempos del obispo Agustín Cortés Soriano (1998-2005) en sustitución de otra que hacía referencia a que habían sido las ‘hordas marxistas’ las culpables de sus muertes. En opinión de Torres Peters aquella otra placa, que todavía se conserva en el archivo de la Diócesis, «no era ofensiva, pero ya sabemos que la izquierda sabe llevar el agua hacia su molino y hubo un obispo que cedió a las presiones. Fue fruto del lenguaje retórico de la época».

Homenaje en el Cementeri

En el Cementeri Vell de la ciudad de Eivissa también existe otro monumento que honra la memoria de todas las víctimas del conflicto armado. En este caso es un monolito que cuenta con la inscripción en catalán ‘En memòria de tots els qui moriren per Espanya durant la Guerra Civil’, y que según Torres Peters marca el lugar donde fueron enterrados en un principio los asesinados durante los ‘fets del Castell’. El canónigo también explica que este monumento «tenía otra inscripción que la cambiaron, creo, en tiempos del alcalde Fajarnés».

Este lugar es escenario cada 14 de abril de un homenaje por parte de los partidarios de la República y familiares de los que fueron asesinados durante la Guerra Civil o posteriores víctimas de la represión franquista.