Éste es el aspecto que presenta uno de los campamentos de refugiados tras las lluvias.

Anna ha perdido su casa y, junto a su familia, se ha tenido que ir a vivir con su tía. Otras viviendas, como las de Galla y Hamma, han resistido las inundaciones que asolan los campamentos saharauis. Entre la docena de familias ibicencas que acogieron a los niños de los campamentos saharauis durante dos meses hay una gran preocupación por la situación que atraviesan. Con casas hechas, la mayoría de ellas, con adobe, y con apenas recursos económicos, las lluvias torrenciales de estos últimos años han ocasionado numerosos daños en los campamentos. Muchos se han quedado no solo sin un techo para resguardarse, dada la fragilidad de las construcciones, sino también sin reservas de alimentos y, además, hay daños en infraestructuras como escuelas, guarderías infantiles y dispensarios. «Las inundaciones han provocado cuantiosas pérdidas y daños materiales considerables», explica, a través de un comunicado, la Associació d’Amics del Poble Saharaui de les Illes Balears.

«Menudo panorama que les espera para el invierno», se lamenta Virginia, una de las madres de acogida que ha repetido durante varios años la experiencia y que ha contactado con los campamentos. Uno de los menores con el que ha contactado le ha pedido ropa de abrigo. «Quieren chaquetas y botas para el frío», dice. Las familias han tratado de comunicarse estos días con los niños para saber cómo se encuentran, pero no siempre es fácil contactar con ellos y a algunos, como a la familia de acogida de Abhe, le ha resultado imposible contactar. Chej, un saharaui afincado en Eivissa, describe la situación: «Hay muchos daños materiales. Las casitas de adobe se están cayendo», explica. La Media Luna Roja Saharaui ha hecho un llamamiento a las organizaciones internacionales, ONG y a todos los amigos del pueblo saharaui «para ayudar y auxiliar a la población damnificada por esta catástrofe natural, puesto que dependen totalmente de la ayuda humanitaria».