La Fundació Deixalles comenzó a operar en Eivissa en el año 2005. | Toni Escobar

La Fundación Deixalles cumple este año su primera década desde que se instalara en Eivissa en el año 2005. «Estamos aquí desde hace 10 años y nuestra actividad principal es de recogida de residuos voluminosos: muebles, electrodomésticos, ropa, objetos de decoración… para darle una segunda vida a todo», explica la coordinadora de la delegación de Eivissa, Flor dell’Agnolo, cuando comienza el recorrido por la nave que actualmente tienen en el Polígono de Montecristo.

Diez años en los que la entidad lleva integrando social y laboralmente a gente que está en una situación de vulnerabilidad, a través de la recogida de cosas útiles. Sin embargo, su historia se remonta a 1986, cuando el proyecto vio por primera vez la luz en Mallorca. De esto hará 30 años en el 2016, pero tanto han prosperado que el volumen de negocio entre ambas islas asciende ya a 7 millones de euros, con una independencia casi completa, ya que tan sólo reciben un 25 por ciento de subvenciones.

En el caso de Eivissa estas ayudas provienen del Govern balear, Consell d’Eivissa y ayuntamientos de la isla. Pero están acostumbrados a sobrevivir por sus propios medios, ya que al poco de comenzar su actividad en la Pitiusa mayor llegó la crisis. «Tuvimos varios años buenos, porque hasta el 2008 había muchísimas subvenciones y después se notó una gran bajada». Por eso, antes dependíamos mucho más de las subvenciones, pero con la crisis se pusieron las pilas y se reinventaron.

En este nuevo proceso encontraron nuevas fuentes de ingresos que, hasta entonces, no habían contribuido con la causa, pero la crisis lo cambió todo. «Los hoteles no nos habían hecho donaciones antes, pero desde que comenzó la recesión económica se sensibilizaron y encontraron también un beneficio porque cuando retiramos muebles y colchones lo hacemos de forma gratuita». Una doble ventaja de la que ambos se aprovechan, unos consiguen material que donan en muy buen estado y los hoteleros cumplen con la responsabilidad social empresarial realizando donaciones, evitando residuos y cumpliendo con objetivos medioambientales.

«Con todo el material que recogemos obtenemos a su vez ingresos y eso se reinvierte en proyectos sociales». Además, aceptan cualquier tipo de material que en el caso de hoteles de 3 estrellas, que son de los que más llamadas atienden, se corresponde con la mercancía que recogen en muy buen estado (colchones, muebles, sofás, camas). «Todas estas donaciones de segunda mano que recibimos equivalen aproximadamente a 210.000 euros al año, eso nos da una autonomía muy grande».

Su labor integradora

Estos residuos que recogen, gratuitamente, tanto a empresas como a privados, son la materia prima para desarrollar su labor social e integradora. «Ayudamos a las personas que están en situación de vulnerabilidad a trabajar habilidades sociales y laborales para que se puedan integrar de nuevo tanto en la sociedad como en un trabajo». De esta manera, seleccionan y clasifican los residuos para su restauración y posterior venta y reutilización.

«Los electrodomésticos que están en mal estado se van al centro logístico de gestión y a las plantas de descontaminación y reciclaje. Pero, muchas veces, de lo desechable también se recuperan algunas partes –como metales– para reciclaje o componentes para reparar otros objetos». Por último, lo que está bien acaba en el mercado de segunda mano o reutilización.

En este proceso es en el que ayudan a tanta gente. Por un lado, tienen de 20 a 30 plazas por donde van pasando personas en situación de vulnerabilidad que vienen derivadas de los servicios sociales. «Estas personas integran los talleres de trabajo, donde están durante un año, como mucho, trabajando habilidades sociales y laborales y cobrando una pequeña prestación para que puedan cubrir necesidades básicas como vivienda o alimentación».

Por otro lado, cuentan con un programa de orientación laboral, subvencionado por el SOIB, con el que atienden entre 300 y 400 personas, que con unas sesiones de despacho y grupales pueden salir de la situación en la que están. Además, también imparten cursos de formación para colectivos vulnerables, que por ahora han sido: operario agrícola, de residuos y forestal.

«Esto les ayuda a reorientar su perfil profesional». Además en Eivissa cada vez están potenciando más servicios a través de su empresa de inserción y de su centro especial de ocupación (servicio pintura, reforma, hostelería…), que promueve la inserción de personas con discapacidad.

Escasez de espacio

Pero para dar cabida a toda esta actividad y al almacenaje de todo el material necesitan una nave más grande, pues ahora tienen dos, una de recepción y otra como taller y exposición, que están separadas. «Ahora estamos colapsados por el poco espacio que tenemos, por eso necesitamos mudarnos a un local más grande con un alquiler algo más económico», ya que actualmente el que pagan asciende a 50.000 euros. Por eso, hacen un llamamiento para que les proporcionen una nave amplia y a buen precio para el 2016.