Javi Riera decidió salir a dar un paseo por la costa de Sant Antoni ayer por la mañana en compañía de familiares y amigos. Al llegar a Cala Gració se encontró con la imagen de toda la orilla y parte del mar cubierto por una ‘manta’ de medusas. «Impresiona, la verdad», explicó Javi a este periódico, quien afirmó que, igual que él, había personas en la playa disfrutando del sol de primavera y de las cálidas temperaturas. Tras el primer impacto de los allí presentes había niños que incluso las estaban enterrando en la arena con la pala y, preocupados porque estuvieran fuera del mar, también las devolvían al agua como podían «con la intención de salvarlas», explicó este ibicenco. La mañana de medusas en Cala Gració también contó con una sesión de fotos de moda en las rocas y con turistas que incluso las llegaban a coger con la mano. También en Sant Antoni, concretamente en la playa que hay junto al acuario, se podían ver centenares de estos invertebrados marinos de tamaño más pequeño.

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El aumento en la presencia de medusas se debe buscar, según explicó la bióloga Verónica Nuñez, al descenso en la población de animales depredadores, como las tortugas, el atún, el pez luna o el pez espada. A esto hay que sumar que el agua del mar cuenta con un mayor incremento de materia orgánica que se arroja al mar y que contamina las aguas, «nutrientes de los que se alimentan las medusas». Una de las especies de medusas más frecuentes en las Pitiüses es la Pelagia noctiluca, que suele adquirir un tono lila y cuya picadura causa irritaciones y escozor en la piel pudiendo incluso dejar una herida abierta que se puede infectar. La bióloga Verónica Nuñez llama a la calma y explica que esta especie no es la más peligrosa.