«Ya está acabado. Todo ha ido muy bien, muy rápido», apunta unos de los agentes que interviene en el dispositivo especial de desalojo de Sa Penya. Una docena de ellos controlan el acceso a las calles Retir y Alt a través de la casa Broner. El resto de efectivos de la Unidad de Intervención Policial (UIP) se reparten por los otros accesos al punto más degradado de Sa Penya.

El perímetro de seguridad continua activo para evitar cualquier escaramuza o intento de entrada en alguna de las casas desocupadas. Durante la madrugada, el dispositivo tuvo que desmontar un cableado que algunos vecinos había desplegado para engancharse al suministro eléctrico.

El movimiento de días atrás es bien diferente ahora. Por los tejados aún quedan algunas gallinas, pero la calle Alt y Retir está libres de enseres. Donde antes había tendederos, lavadoras o jaulas, ahora solo hay varios palés con sacos de cemento.

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Pasan unos minutos de las 11 de la mañana y los operarios atacan las zonas altas del número 22 de la calle Retir y el 27 de la calle Alt. La acción de uno de ellos con la maza para deshacerse de una reja es el foco de atención de los reporteros. Una imagen que para algunos simbolizará la particular caída del muro de Sa Penya. Tras varios impactos, la estructura cede. El siguiente paso de los operarios: sellar el vacío con ladrillos.

Agentes, periodistas y algún que otro curioso que llega hasta el control del mirador son testigos del desmontaje de una terraza donde días atrás malvivían varios perros de la raza Husky. En la calle también queda un testigo que permanece allí desde hace tiempo, años, un hombre de avanzada edad que permanece en su casa, una de las pocas que no estaba afectada por el desalojo.

Hacia el mediodía, algunos de los afectados hacen acto de presencia. Entre ellos, María Vázquez. «Hemos pasado la noche en un hostal pero sin pegar ojo. Somos cinco en tres camas. Lo que nos han hecho es maltrato psicológico, pero yo no me voy de Eivissa. Aquí tenemos el trabajo», destacó. En cambio, otro afectado, Anastasio García, no descarta ya aceptar el traslado a Palma.