Los últimos meses de vida de Manuel Sorà estuvieron marcados por el deseo de volver a Grecia. Con 80 años todavía soñaba con ese mundo clásico por el que sentía debilidad como profesor de Historia. En 1964 organizó un viaje con cerca de un centenar de alumnos que les llevó en barco a Barcelona y, de allí, en autobús a Italia. Todo un acontecimiento en una época en que los ibicencos apenas salían de la isla.

Los que le conocieron le definen como un hombre sencillo y humano al que todo el mundo le tenía mucho respeto por su cargo pero que era muy asequible a la gente que le pedía ayuda para matricular a sus hijos en el instituto.

Su hijo Gabriel, que fue conocido durante buena parte de su vida como ‘el hijo del director’, destaca la paciencia de su padre. «Me acabaréis poniendo el pelo verde!» , solía exclamar.

Manuel Sorà se licenció en Filosofía y Letras en Madrid y tuvo como padrinos académicos a Ramón Menéndez Pidal y Claudio Sánchez Albornoz. En 1925, el Ayuntamiento de Eivissa se puso en contacto con Sorà y Josep Tur Vidal para hacerse cargo del colegio de segunda enseñanza, inmerso en graves problemas de funcionamiento. El profesor Sorà fue nombrado director del centro en 1930 hasta su jubilación en 1971, por lo que mantuvo el cargo durante la monarquía de Alfonso XIII, la II República y la dictadura del general Franco.

Todo un logro para un republicano como él a quien la Guerra Civil le pilló en su casa de verano de Caló des Moro. Tras el desembarco de las tropas republicanas en Pou des Lleó, en agosto de 1936, decidió refugiarse junto a su familia en la cueva de Santa Agnès. Sin embargo, su mujer le quitó la idea de la cabeza y al día siguiente volvieron a casa. Delia era una argentina, hija de ibicenco, con mucho carácter que pocas veces se arredraba. En otro momento de la guerra, el profesor Sorà le propuso huir de Eivissa con un barco de guerra inglés pero su mujer le respondió que no se embarcaba porque no había ido a la peluquería.

La intensa vida de Manuel Sorà estuvo llena de anécdotas, tanto en el plano personal como en el político y académico. Pero si alguna cosa le gustaba al profesor era el mar. Por eso, acudía muchos días a Cas Bagaig, un café del puerto donde estaba el antiguo casino, e el que se reunía con marineros y pescadores quizás para seguir soñando con ese viaje a Grecia que no pudo repetir.

Calle de Manuel Sorà

Los difíciles inicios de la enseñanza secundaria en Eivissa

El primer centro de enseñanza secundaria de Eivissa abrió sus puertas en el antiguo convento de los dominicos en Dalt Vila. Durante sus inicios, vivió muchos años de dificultades no solo por la falta de alumnado sino también por el retraso en el cobro de las subvenciones o inestabilidad del profesorado.

Las gestiones del diputado Pere Matutes Noguera y los contactos de Manuel Sorá en Madrid hicieron que, en 1934, el centro asegurara su futuro al ser declarado definitivamente instituto nacional.

Una vez superadas las dificultades, las dependencias se hicieron pequeñas para atender la creciente demanda de la década de los 60 y se tuvieron que organizar turnos de mañana y tarde divididos por sexos. El patio del instituto era la plaza del Ayuntamiento, donde los chicos hacían gimnasia mientras que las chicas la hacían en el baluarte de Santa Llúcia.

El nuevo edificio se inauguró en el año 1962 en la antigua carretera de Sant Antoni, hoy avenida de Ignasi Wallis.