A escasos metros de una de las terrazas situada en la costa de Platges de Comte, en el municipio de Sant Josep, dos señales de advertencia invitan a los bañistas a pensarse si deben acceder al embarcadero: «¡No salida!», «¡Cuidado con el perro!». Esta mansión se ha rodeado de polémica estos días debido a la instalación de una terraza en el embarcadero para el uso y disfrute privado.

A las puertas de una de las mansiones situada en Platges de Comte, un empleado de seguridad no escatima en la posibilidad de disfrutar de un día de baño junto al embarcadero. Este trabajador de la casa tampoco duda en comentar la controversia surgida sobre la ocupación del espacio público, a lo que responde no entender tanto revuelo ya que tienen «una licencia para explotar el embarcadero». Se trata, en realidad, de una caseta donde a simple vista descansan una serie de hamacas, kayaks y toldos. A pesar de poder acceder hasta el embarcadero, la tensión de quienes disfrutan de su exclusiva tarima de madera se convierte en miradas desafiantes. Y se se atreven incluso a pedirle al personal de seguridad que llamen a la Guardia Civil ante la ‘amenazante’ presencia de los bañistas.

Algunos vecinos de Comte han denunciado que una costa pública pueda estar en manos privadas. Su propósito no es otro que solucionar esta problemática. También han sido muchos quienes han presentado escritos por el tono amenazante y agresivo por parte del personal y dueños de la casa que querían echarles de una zona pública transformada en privada. El empuje de la sociedad de la isla se ha hecho eco en las redes sociales, de manera que han aumentado aún más las quejas sobre el dominio privado sobre un espacio «público». Durante la corta estancia en el embarcadero, la seguridad es permanente. Están pendientes de toda persona ajena a la propiedad.