En los muros de una calle o en la pared de un establecimiento podían leerse ayer frases en contra del turismo como, por ejemplo, ‘El turismo destruye ciudades’.

Ayer por la mañana un céntrico estanco del barrio de La Marina, concretamente en la calle d’Enmig, abría sus puertas con una pintada en una de sus paredes. ‘El turismo destruye ciudades’, podía leerse, aunque su dueña prefirió poner un cartel encima para tapar la palabra ‘turismo’ y sustituirla por ‘hambre’. Y es que, bajo su punto de vista, «es el hambre lo que lo destruye todo, no culpemos al turismo». La estanquera no entendía este tipo de reacción y por eso decidió tapar «a su manera» la pintada de su local. «Me sabe mal que la gente tenga que leer esto sobre el turismo cuando en Ibiza vivimos de ello, sino ¿qué hacemos? Si aquí no hay fábricas ni hay nada. Lo único que hay es agricultura y pesca y solo da para sobrevivir», apuntaba. Además, no es la primera vez que pintan su fachada. Hace unos meses también pintaron su fachada «aunque fue mucho peor porque nos amenazaban a nosotros», decía.
La situación se repetía en otra de las zonas más céntricas de la ciudad, en la esquina de la calle Vicente Cuervo con en el paseo de Vara de Rey, en un restaurante muy frecuentado tanto por turistas como por residentes. «Las pintadas forman parte de la campaña general que se está viviendo en todo el país por el ambiente de protesta ante la saturación que hay por el turismo», decía ayer Ramón, dueño del Restaurante Vara de Rey. En uno de los laterales del local podía leerse ‘Tourist go home!’ (¡Turista, vete a casa!), una queja que Ramón calificó de «drástica» al considerar que no son las formas adecuadas para hacer las cosas. «Queremos tener trabajadores, pero si no hay turismo no los vamos a necesitar. No se puede tener todo», añadía al tiempo que explicaba que la hostelería de la isla vive del turismo. Y es que, en su caso, asegura haber tenido que ampliar la oferta de su restaurante debido a la fuerte competencia que hay en la isla. «Tenemos que ser consecuentes con lo que hacemos», señalaba Ramón quien mandó que un pintor tapara lo antes posible una pintada que «no pintaba nada ahí».
A pesar de que las pintadas hablaban por sí solas, pocos fueron los transeúntes que se pararon a observarlas. «No merece la pena perder el tiempo con cosas que no tienen sentido», decía una ibicenca. Su marido, sin embargo, mostraba cierta preocupación al no entender el motivo «que les trae a escribir esto cuando por todos es sabido que la isla vive, mayoritariamente, gracias al turismo». La queja está en que este ha cambiado en los últimos años y los beneficios, a veces, «no compensan».