Las filtraciones siempre han sido algo tremendamente pernicioso para los gobernantes y altamente saludables para los ciudadanos. Es a través de las filtraciones como la sociedad, usualmente a través de las prensa libre, tiene conocimiento de hechos que le pasarían inadvertidos si no se produjeran. La historia está trufada de filtraciones que han hecho tambalearse a gobiernos enteros. Acuérdense de los papeles del Pentágono, documentos secretos que publicados por el The New York Times permitieron a los estadounidenses saber que estaban siendo engañados por su propio gobierno, que enviaba a miles de soldados a morir en Vietnam en una guerra que sabían a ciencia cierta que no podrían ganar jamás. Entonces el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, trató de impedir la publicación del informe argumentando que hacerlo era ilegal, pero el Tribunal Supremo dictaminó que la libertad de prensa estaba por encima de todo, porque permitía a los ciudadanos conocer lo que el gobierno les ocultaba.

Los papeles del CESID.

También en España el robo de unos documentos oficiales de los servicios secretos, el antiguo CESID, que narraban la guerra sucia contra ETA, con los que el expresidente de Banesto, Mario Conde, intentaba chantajear al gobierno socialista de Felipe González, fueron motivo de una enorme crisis gubernamental que a decir de muchos contribuyó a la derrota electoral socialista y al encumbramiento de José María Aznar.

Censurar las filtraciones es defender la opacidad y ansiar la ignorancia de los ciudadanos. Y eso es lo que hemos oído hacer al equipo de gobierno del Ayuntamiento de Ibiza estos días atrás, en el asunto del informe del SOIB por el cual reclama a Alfonso Molina más de 27.000 euros de una subvención para cursos de parados. Ni una palabra al contenido acusatorio del informe, sino críticas a su filtración, que condujo a que Periódico de Ibiza y Formentera lo publicase, permitiendo a la ciudadanía conocer una información relevante sobre el gran político y mejor gestor que teníamos al frente de la Hacienda local vilera.

Amigos por encima de todo.

Se comprende habiendo por en medio una relación de amistad, los concejales del PSOE y de Guanyem eviten criticar a Molina, pero no hasta el punto de criticar las filtraciones sin analizar lo que se ha sabido, porque hacerlo inflige un daño tremendo a su credibilidad política. Más aún si se hace un elemental ejercicio de imaginación y se calcula lo que estarían diciendo estos mismos concejales si el sujeto paciente del informe del SOIB fuese un concejal del PP.

Veto a un tenor socialista.

El tenor Joan Carles Rodríguez Tur, contratado primero por el Consell d’Eivissa y descontratado después sin mayor explicación, fue militante comprometido del PSOE. Hasta el punto de ofrecerse voluntario para ser apoderado en unas elecciones autonómicas. ¿Qué acto de extrema gravedad pudo hacer el joven artista para ser humillado de esta forma tan cruel e indigna? Solo una cosa: defender la aplicación del código ético del PSOE en el caso inminente de la apertura de juicio oral contra Aída Alcaraz, la concejala de Gobernación de Sant Antoni. Al PSOE se le está escapando la credibilidad a borbotones. Y para nada.

Feliz domingo.