La delegación al completo en la ciudad de Klaineda justo delante del cartel que anunciaba el festival de este año. | GRUP DE BALL PAGÈS ES BROLL

Klaipeda es una ciudad portuaria de Lituania situada junto a la desembocadura del río Nemunas, en el mar Báltico, justamente a la entrada de la laguna de Curonia. Está considerada una de las urbes más bonitas de este país, con sus construcciones de madera del siglo XVIII en su casco antiguo, su plaza Theater Square, el Lithuanian Sea Museum, las ruinas del Castillo Memelburg, el Boulevard Basanavicius, el Parque de las Esculturas, el Museo del Ámbar o Curonian Spit, una estrecha península de 98 kilómetros de longitud entre la laguna de Curonia y el Mar Báltico que alberga las dunas de arena más altas de Europa.

Además, desde 1992 cada dos años acoge el festival folklórico Parbeg Laivelis organizado por el Centro de Cultura Étnica del Ayuntamiento la ciudad e incluido en el calendario de festivales del Consejo internacional de organizaciones de festivales de folklore y artes populares de la UNESCO. Un festival que este año se ha celebrado del 19 al 22 de julio y que ha contado con la participación del Grup de Ball Pagès Es Broll, junto a otros grupos llegados desde Ucrania, Finlandia, Rusia, Macedonia, Letonia, Croacia y Estonia.

Según explicó a Periódico de Ibiza y Formentera Toni Tur, Sendic, miembro de la colla ibicenca, hasta Lituania se trasladó una delegación «compuesta por 26 personas, 23 sonadors, balladors y balladores, y otras tres para ayudar con los trajes de las mujeres». Este año el Parbeg Laivelis estaba centrado en la vestimenta, los mantones, los pañuelos o los chales de las mujeres de cada uno de los países participantes y la colla ibicenca «sorprendió a todos siendo una de las más aplaudidas y fotografiadas de todo el festival».

«Una música diferente al resto»

Un éxito al que también ayudaron instrumentos como la flaüta, les castanyoles o el espasí, y el estilo de baile y de música ibicenco que enseñaron en Klaipeda «y que eran totalmente diferentes a los del resto». El primer día la apertura del festival se llevó a cabo el jueves 19 de julio en el Jardín botánico de la localidad con un desfile de barcazas por el río. «Fue impresionante, porque al igual que nosotros en Santa Eulària tenemos desfile de carros ellos tienen desfile de barcazas y así, todos los grupos, fuimos remontando el río mientras hacíamos sonar nuestros instrumentos ante la mirada respetuosa y emocionada de muchísimas personas», confirmó Sendich.

Al día siguiente, el viernes, en la plaza Danè todos los participantes mostraron sus credenciales ante un numeroso público. Junto al río y junto al puerto «el público aprendió lo que es la curta, la llarga o ses nou rodades quedándose muchos con la boca abierta porque muy pocos se esperan que en Ibiza podamos tener bailes folklóricos con tanta historia como estos».

Lo mismo sucedió el domingo por la mañana, durante la clausura del festival. «Desde las 12.00 horas, todos los grupos teníamos unos diez minutos para interpretar las canciones tradicionales de nuestros países y nosotros gustamos mucho con nuestro repertorio, entre los que se incluían sonadas de gaites pageses», confirmó Toni Tur, Sendic.