El mayoral Mariano Ribas lamenta que la situación se lleve repitiendo durante varios años. | DANIEL ESPINOSA

Un total de siete fincas se han visto afectadas por vertidos fecales en el entorno del Parque Natural de ses Salines tras las fuertes lluvias del pasado viernes. Según explicaron los propietarios de los terrenos, se trata de una situación que se repite «cada año» y ante la que el Ayuntamiento de Sant Josep «tiene constancia, pero no hace nada».

El mayoral Mariano Ribas, que ha estado trabajando en estas tierras durante casi 50 años, señaló que se han perdido «alrededor de cinco o seis toneladas» de cultivo; lo que supone «unos 30.000 euros, aunque es difícil de calcular».

A esto se suman todas las frutas y verduras que estaban listas para su recogida y que, ahora, tampoco se pueden vender a los restaurantes con los que trabajaban.

Esta situación ha provocado que los propietarios afectados se hayan visto obligados a interponer una denuncia, por vía penal, ante la Guardia Civil al considerar que «podría tratarse de un delito contra los recursos naturales y medioambientales».

Así lo explicó Paula Sánchez, letrada del despacho Manuel Alcaide, quien matizó que el objetivo no es que haya sanciones, sino que se corrija el problema existente. «Se ha decidido poner esta denuncia ante la inactividad del Ayuntamiento, pero la intención es ir por vía administrativa», añadió.

Sin embargo, desde el Consistorio aseguraron no haber recibido ninguna comunicación oficial al respecto, «ni de Guardia Civil-Seprona, ni de particulares».

Por otra parte, los afectados pedirán analíticas de los pozos y de los terrenos de la zona para constatar el grado de contaminación que presentan. «Duele tirar el cultivo, pero más duele el daño que se está haciendo a los acuíferos», subrayó Deogracia Lara, propietario de cuatro terrenos afectados.

Fallo en el sistema de bombeo

Desde Sant Josep negaron que esta situación se repita «cada año» y explicaron que la depuradora que está en ses Salines funciona correctamente un día de lluvia normal. «El problema está cuando hay lluvias torrenciales», puntualizó Ángel Luis Guerrero, concejal de Urbanismo.

En este sentido, contó que en la entrada de la depuradora hay un sistema de bombeo (perteneciente a Abaqua) que no es capaz de gestionar una cantidad extra de agua como la del viernes pasado. «Creemos que hay gente que, para no tener el agua en sus jardines o verterla a la calle, piensa que es más fácil o cómodo conectarla a la red de fecales. Al saturarse este sistema de bombeo, el agua salta por las tapas de los pozos de la red», dijo Guerrero.

Por este motivo, desde el Ayuntamiento han decidido encargar un Plan de Inspecciones tanto en Sant Jordi, como en Platja d’en Bossa y Cala de Bou (por ser las zonas más saturadas) para determinar cuántas casas o edificios están conectados a la red de fecales. «Esto está totalmente prohibido y queremos saber dónde está el problema de esta aportación extra de agua», explicó el concejal.

De momento, no se sabe cuándo se encargará el plan ya que el técnico responsable de estos temas se encuentra de vacaciones. «En cuanto vuelva prepararemos un pliego para la contratación».

Además, desde el Ayuntamiento se pedirá a Abaqua que cambie el sistema de bombeo y «ponga uno más grande que permita gestionar la cantidad de agua que entra a la planta depuradora».

En cuanto a las posibles indemnizaciones desde el Consistorio no especificaron nada. «En caso de tener aseguradora será la responsable de ello», apuntaron. Por su parte, Sánchez indicó que de momento es «temprano» para valorar el alcance de los daños y perjuicios sufridos.

Tres meses de trabajo perdidos

Los afectados por esta situación criticaron que la tubería que pasa por medio de las fincas está «agujereada» y «solo le ponen parches que terminan saltando». Para el mayoral el problema no solo está en que se mezclen las aguas pluviales con las fecales, «que ya es grave», sino que esas aguas además contienen todo tipo de desperdicios como «compresas, bastoncillos e incluso trapos y vestidos».

De la cosecha, que empezó en mayo y de la que se esperaban ventas hasta Navidad, solo se han podido salvar las patatas que se recogieron antes de las lluvias. «Los tomates, pepinos, pimientos, calabazas, sandías... no sirven para nada; quizás algo para los cerdos», dijo el mayoral Mariano Ribas.

Por su parte, Vicente Roig, otro de los afectados, apuntó que «el viernes ya se sabía lo que iba a pasar, olía muy fuerte, pero ¡qué remedio que aguantar!». Este jubilado no ha perdido grandes cantidades de su cultivo ya que lo tenía para consumo propio.

Estos vertidos también los ha sufrido Alberto Ribas, propietario de una finca y presidente de la Asociación de Empresarios, Concesionarios y Propietarios del Parque Natural de ses Salines. «Yo no tengo nada cultivado, pero las fincas están llenas de porquería en un entorno natural. Hace muchos años que tenemos este problema y, en vez de arreglarlo, lo tapan y sigue pasando», reiteró.

Las consecuencias de estos vertidos fecales no solo afectan a los cultivos, también a los trabajadores. «Ahora no se puede cultivar, habrá que esperar unos tres años y, si no se soluciona el problema, seguirá pasando», argumentó Mariano Ribas.

A su juicio, esto significa que los tres trabajadores de las fincas de Lara podrían quedarse sin trabajo. «Ellos mismos lloran cuando ven los tomates en el suelo. Se estaba pensando en contratar a más gente porque son cuatro fincas, pero ahora ya nada, incluso los que están pueden quedarse sin trabajo», concluyó.