En la esquina de la estancia, típica cerámica azul de Delf. | DANIEL ESPINOSA

Con más de un millar de residentes y en continuo crecimiento, la población holandesa en Ibiza se ha ganado su lugar como una comunidad cercana, próspera y de sonrisa amplia. Los Tulipanes, como se conoce a la asociación compuesta por más de 30 familias en la isla, ponen especial énfasis en la decoración navideña y cada detalle guarda, además de símil con la tradición germana, un simbolismo tanto de ritos cristianos como paganos.

Así nos lo cuenta Cristina Kriger, quien con 18 años llegó desde Amsterdam a Ibiza invitada por una amiga. Años después el amor la atraparía de forma definitiva cuando conoció a Juanito, un andaluz «bien conocido en la isla porque trabajaba en Can Misses» y del que se enamoró al escucharlo cantar. Lamentablemente, su marido murió hace tres años aunque, Cristina no pierde la sonrisa y la inquietud por hacer cosas. Esta holandesa de carácter jovial ha vivido cincuenta años a caballo entre Ibiza y Holanda, donde antes trabajaba en un centro para «ayudar a los discapacitados a ser más autónomos y hacer su vida más llevadera». En Ibiza trabajó en una floristería hasta que se jubiló hace unos años, debido también a un cáncer de pie que la obligó a retirarse. Ella, ha trasladado y comparte sus aficiones a la isla.

Fuegos artificiales

En Holanda celebran, como es costumbre, la fiesta oficial de Navidad el 25, pero no la Nochebuena. En la mesa se sirve pollo o conejo con verduras para cenar y la familia se reúne. Aunque, «los tiempos cambian y ahora se ha vuelto todo más ‘gourmet’ y se comen grandes parrilladas de carne», explica Cristina, que confiesa haberse adaptado totalmente a la gastronomía mediterránea y pitiusa.

Fin de año se celebra también con la familia y cocinan, una vez al año, oliebollen (bolas de aceite), con la diferencia que tras las cuenta atrás de las doce lanzan todo tipo de fuegos artificiales y lo hacen, según Cristina, «como si no hubiera un mañana». Tal es, que ella no sale a la calle debido a la cantidad de accidentes. En Amsterdam es tal el espectáculo de luces que adornan las casas que hacen rutas en barco por los canales para poder admirarlas.

‘Kerststuk’, los centros de mesa

Los centros de mesa son una tradición que ya introdujeron los alemanes que llegaron antes a Ibiza, pero que Cristina perfeccionó gracias a su profesión. Además, empezó a impartir cursillos de centros de mesa navideños tras organizarse la primera Trobada de Pobles d’Eivissa; un evento multicultural que reunía, hasta hace dos años, a 25 asociaciones de la isla en el Recinto Ferial. Además de los elementos naturales, el verde es lo más representativo y por ello, la base del kerststuk se hace con musgo, mos, y se decora con velas, elementos botánicos y decorativos.

Pasa lo mismo con las guirnaldas y otros elementos, y es que el verde representa para los países del hemisferio norte, abundancia en momentos de escasez, es decir, al darse el solsticio de invierno. Además de la tradición de los centros, Cristina explica que la comunidad neerlandesa mantiene la de los huevos de Pascua, que consiste en «esconder centenares de huevos de colores por el campo para que los niños los encuentren».

Continuando con celebraciones infantiles, la de San Nicolás es la más universal y difiere entre culturas. Según los neerlandeses este Santo llegaba de España, más concretamente de Alicante, cada 6 de diciembre en su caballo blanco para repartir dulces en los hogares. Para ello, relata Cristina, «los niños tienen que poner sus zapatos frente a la chimenea, junto a una zanahoria para dar de comer al caballo de San Nicolás y a sus ayudantes, los Pedritos».

Asimismo, la florista asegura que el origen de la glosa se remonta hacia el siglo XIII «cuando, se dice, que muchas niñas pobres no podían casarse al no poder pagar su dote y San Nicolás ordenó que sus ayudantes tiraran monedas de oro en sus casas para que, ya de adultas, pudieran contraer matrimonio».

Otra de las costumbres ya asentada en las Pitiusas es el uso de coronas y del árbol de Navidad. Entonces las coronas «simbolizaban protección contra el demonio y por ello se colocaban en las puertas de las casas», narra Cristina. Asimismo, la Iglesia protestante se vio obligada, como en muchas culturas y variantes del cristianismo, a adaptar las tradiciones paganas a su festividades, pero «hasta el año 1956 en Holanda no podía entrar un solo árbol de Navidad en una Iglesia porque no se consideraba de tradición cristiana sino pagana. Solo se permitía el Belén», señala Kriger. Del mismo modo, Santa Claus proviene del relato de San Nicolás y evoluciona cuando «los holandeses colonos de América integraron la fiesta de San Nicolás, que era el 5 diciembre, con Navidad». La marca Coca-cola haría el resto.