Helher Escribano, directora de Ibicine, fotografiada en el Centro Cultural de Jesús, sede de las ocho semifinales. | DANIEL ESPINOSA

El tercer Ibicine comienza este jueves en el Centro Cultural de Jesús a las 20.00 horas con los cortometrajes de la primera de las ocho semifinales de este año. Será el pistoletazo de salida de una edición dedicada a la mujer en el cine, que tendrá como padrino-madrina al actor Jon Plazaola y a Lara Palma como madrina en Madrid, y que tendrá su punto culminante el 16 de noviembre con la gran gala de los Premios Astarté en el Palau de Congressos de Ibiza, en Santa Eulària. Detrás hay un gran equipo encabezado por Helher Escribano, directora del festival, e Irene Torres, subdirectora, dos apasionadas del cine que on esfuerzo, empeño y horas y horas de trabajo han conseguido que Ibicine crezca a pasos agigantados y sea ya un referente a nivel nacional. De hecho, es el único festival de nuestro país representante en las rutas de Movie Travel, un proyecto de la Unión Europea que apuesta por un modelo de turismo cultural sostenible en el sur de Europa con el cine como leitmotiv.

—¿Cómo vive que en tres años Ibicine sea ya un referente a nivel nacional?
—(Risas) Como un sueño y más para mí, que soy de Ibiza. Lo mejor es que hemos conseguido que Ibicine sea un festival en el que hay de todo, desde proyecciones a premios, pasando por jornadas o conferencias con expertos.

—¿Es este su secreto para que haya crecido tanto en apenas tres ediciones?
—No lo sé. Lo que sí puedo decir que después de haber ido a tantos festivales hemos conseguido hacer el que queríamos. Y es que como siempre digo, Ibicine es el festival que a mí me gustaría vivir si formara parte del público.

—¿Cómo surgió Ibicine?
—Un poco de repente. Desde hace trece años quería hacer un festival en Ibiza pero fue cuando puse en marcha mi estudio de fotografía cuando surgió todo. Para la inauguración programé una proyección de los cortometrajes en los que había trabajado para demostrar que hacía más que fotos de bodas (Risas). Cuando terminó muchos asistentes me dijeron que lo repitiera asiduamente y así empezó todo.

—En la primera edición hubo ocho semifinales y este año también. ¿Es una vuelta a los orígenes?
—En parte sí. Tras el éxito empecé a llamar a gente que conocía y casi sin darnos cuenta teníamos un festival aunque no sabíamos donde podíamos llegar. El año pasado hubo menos semifinales, viajamos por todos los municipios, y en este 2019 hemos decidido concentrar todo en Jesús aprovechando que el festival ya se ha consolidado.

—Este año el festival está dedicado a la mujer en el cine. Es un paso más para lograr la igualdad.
—Por supuesto. Y si te digo la verdad este homenaje lo haremos en todas las ediciones porque hay que seguir luchando. Sin embargo, no cambiaremos nuestro criterio de selección para lograr cuotas. Seguiremos apostando por historias de calidad y bien contadas, las dirija quien las dirija. Si queremos seguir creciendo hay que ser objetivos.

—Las semifinales conectan con la gente de Ibiza. ¿Cree que los ibicencos sienten Ibicine como su festival?
—Ojalá. Para mí, como ibicenca, no habría nada más bonito. De hecho poco a poco se suma más gente al proyecto. Sin ir más lejos, un chico que el año pasado vino a las semifinales ahora ya trabaja con nosotros en esta maravillosa vorágine.

—Una maravillosa vorágine que refleja que detrás de todo hay un gran trabajo...
—Sin duda. Detrás hay un trabajo oscuro y apasionante. Lo más difícil es la selección de los cortometrajes con todos los que nos llegan y su programación. No es una tarea sencilla porque no podemos aburrir al espectador. Hay que intentar que no sea todo igual, que no haya una sesión entera de dramas por ejemplo, y si demostrar que se puede contar una misma historia de formas muy distintas e igual de apasionantes.

—¿De dónde sacan tiempo para todo?
—(Risas) Pues es un buen misterio. Creo que la clave es no hacer nada más que esto. Es un festival que todos hacemos por amor al cine ya que no nos repercute económicamente. Sin embargo, todo se compensa al ver la cara de satisfacción del público y al ver como algunos de los cortometrajes de Ibicine luego han sido seleccionados para Goya. Eso es precioso.

—¿Cómo se les ocurrió lo de la alfombra roja? Es otro de sus detalles únicos...
—(Risas) Es verdad. Pues también un poco por casualidad. El primer año, cuando teníamos como padrinos a Jon Plazaola y Nadia de Santiago, no sabíamos como hacer para que su llegada al Teatro España quedara bien. Como el trayecto es muy corto y teníamos que cortar la calle se nos ocurrió lo de la alfombra roja y fíjate, fue todo un éxito.

—Lo mismo que lo de llegar en coches... Vaya glamour...
—Es verdad. Todo el mundo se quedó alucinado porque eran espectaculares. Tanto que muchos actores no paraban de comentarlo durante la gala. (Risas).

—Y ya la última. ¿Cuál es el techo de Ibicine?
—No lo sé pero me encantaría que hubiera más días de final con gente de todo tipo compartiendo sus experiencias en torno al cine. Que fuera una especie de semana del cine mucho más amplia.