Tramos de la escalera de la calle Juan Ramón Jiménez, hasta el punto más alto del barrio en Luci Oculaci, mide cerca 34 metros. | Toni Planells

Ataviado con camiseta acrílica ceñida, mallas y gafas de sol, como si de Marco Pantani se tratase, Julio se dispone a efectuar un nuevo ataque sobre la ladera de Puig des Molins. En una de sus idas y venidas sobre esta abrupta zona, hace un receso para contestar a unas preguntas, tras coronar la cima en la calle Luci Oculaci.

«Yo vivo en la Avenida Pere Matutes, pero vengo aquí a hacer deporte porque me gusta la zona. Dependiendo de cómo me encuentre, subo las escaleras cinco o seis veces. A mí me estropearía el tema, me desgraciaría, pero dependerá de la gente y del coste», de esta manera respondió Julio, al saber del proyecto que pretende instalar unas escaleras mecánicas, para facilitar las subidas y bajadas de los vecinos del barrio, cuando necesiten desplazarse a la parte baja de Ibiza.

Algo que al parecer sucede muy a menudo, como reconoció Francisco Montero, vocal de la Asociación de Vecinos de Puig des Molins: «Es un barrio con carencias muy fuertes. No tiene una situación de cotidianidad porque no hay colegios, comercios y servicios, que hagan que haya un tránsito de personas y que harían que hubiera una vida».

Al recorrer algunas de sus calles, se puede apreciar que son escasos los comercios que no están orientados a los turistas que se hospedan o visitan la zona. «Lo que se pretende es que el barrio no vaya degenerando, sino que crezca en actividad y medios para las personas que viven en el», sentenció el portavoz vecinal.

Al preguntarle por el origen de la barriada, Montero recordó que Puig des Molins se empezó a desarrollar en los años 70 aproximadamente. Ahora, sus moradores son «personas mayores», que de media rondan los 50 años y uno de los puntos críticos del vecindario es la movilidad, porque «no pasan autobuses y, a veces, no pasan ni taxis, y más en verano, que ya es dificilísimo cogerlos», denunció.

Entre Vila y la Ciotupha
Para solventar esta situación, hace tres años los vecinos pidieron al Ayuntamiento de Vila que instalase escaleras mecánicas para salvar las pendientes. Según relató el representante de los vecinos, en febrero de 2019, el Consistorio les presentó un primer diseño con una escalera de cinco tramos, para la calle Juan Ramón Jiménez, que conecta la avenida Espanya con la calle Luci Oculaci.

Interrogada por la situación en la que se encuentra el proyecto, la concejal de Urbanismo de Ibiza, Elena López, explicó que se han recogido las peticiones vecinales para su redacción y «ellos lo vieron con muy buenos ojos», por lo que iniciaron la tramitación.

«Por un lado, está la parte patrimonial y, por otro, los últimos dos meses se empezaron a hacer catas para ver exactamente de qué se está hablando, averiguar por dónde se ubicará, el tipo de infraestructuras, los cables de la luz, si es una media tensión...», comentó López.
Tras esta serie de verificaciones, la encargada de Urbanismo indicó que «el siguiente paso es que la Comisión Insular de Ordenación del Territorio, Urbanismo y Patrimonio Histórico d’Eivissa (Ciotupha) dé el visto bueno y poderlo licitar».

Sin embargo, desde la Asociación de Vecinos desmienten a la concejala, ya que en febrero el Ayuntamiento les dijo que «estaba en la Ciotupha», al estar enclavado en zona histórica. Hace unos días, los vecinos fueron a la Ciotupha a preguntar y les confirmaron que «allí no tienen conocimiento de ningún proyecto de este tipo».

Es entonces, cuando se dirigen otra vez al Ayuntamiento, donde les aseguran que «están haciendo catas para el saneamiento» y que con el resultado final «se uniría al proyecto que se trasladará a la Ciotupha», concretó Montero. El Consell d’Eivissa (órgano de quien depende la Ciotupha), preguntado por si realmente la propuesta no se encuentra en su jurisdicción, no ha respondido a los requerimientos de este medio.

Además de esta parálisis, los vecinos le han encontrado algunas pegas al primer boceto: «Del proyecto, se entiende que la ladera que da al mar queda sin escaleras mecánicas, porque ahí no se hace mención, pero, además, la escalera sería unidireccional ascendente, entonces deja incompleta la solución para el barrio», apostilló.

Mientras tanto, el barrio prosigue con su vida. Una mujer se para en un tienda de ropa antes de acometer el repecho de Juan Ramón Jiménez. Se trata de Ana, vecina del barrio desde hace 38 años y a la que la iniciativa de las escaleras mecánicas le parece «perfecta», porque aquí «tenemos que subir escaleras por todas partes, pero bueno, así no tenemos que ir al gimnasio», comentó con una sonrisa.

«Las escaleras las hemos tenido que subir siempre, pero claro nos vamos haciendo mayores. Ahora, entre todos los vecinos estamos empujando para que nos atiendan y nos escuchen», remarcó.